Una historia de fuego
Los escribas se hundieron en su asombro.
No era el expediente jerárquico que se había
abierto al público. Era algo
mucho más maravilloso: una piedrita opaca en el pasto.
Yo casi siempre estoy buscando
temas que analizar para extender mis investigaciones
a climas retrógrados de alienación y majestad meridianas.
Uno de ellos, que se extiende un poco más lejos,
resuena hoy con inusual franqueza:
lo que pienso de la sinceridad
desaliñada que todos habitamos
en algún momento. Retirarse del sol de la tribu
para habitar un remordimiento sin dudas intacto.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg
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