lunes, 28 de agosto de 2023

Jorge Riechmann (España, 1962)

 

2 poemas de EL EMPEÑO DEL MANANTIAL




HAS OLVIDADO LA ESCRITURA DEL LÍQUEN, LA DE LOS CABELLOS BLANCOS, LA DE LAS PISADAS DE LOS PÁJAROS, LA DE LAS HECES DEL LOBO, LA DE LA PIEL DORMIDA DE LA AMIGA

 

 

En saliendo de la pista en construcción

han robado los nombres de las cosas.

 

Intento remediarlo torpemente:

río despanzurrado, agua vígil,

trocha fruncida, hálito del deseo.

 

Lo que queda no es siquiera

la brizna de un temblor de paraíso:

                                                         imposible retorno.

No hay recreación adánica del mundo.

No hay visión del origen.

 

Lo que queda: un meollo de ausencia,

cerca del corazón perdigones de angustia,

una desposesión. El intocable

mantillo lancinante de las lenguas cortadas.


***


CRECER HASTA LA ALTURA

DE LA TAREA PROPIA

 

“La poesía es un camino de ida, pero sin vuelta. Los que vuelven regresan de otra parte.”

(Ángel Crespo)

 

Dos maneras no equivalentes de vivir: despojándose y emperejilándose. Cada poema logrado nos ayuda a deshacernos de algo inservible.

 

(Nos amoscan un poco esos prestigiosos poetas prestimanos, ingrávidos, volanderos, refulgentes, siempre prestos a transformarse en ave o rosa. No precisa la poesía semejantes trucos y trueques de trujumán. No es asunto de seducción o ilusionismo. Importa por el contrario la verdad --esa palabra de clarísimas vocales:

 

no es el hombre hijo de la luz.)

 

Lenguaje castrado aquel al que se le han extirpado los "quizá" y los "acaso". Aunque se engalle con ínfulas de macho matarife.

 

Somos de aquellos que piensan que estética y moral van juntas, aunque no gusten de hacer grandes alharacas a propósito de sus encuentros y desencuentros; y que no es posible una moral de uno solo.

 

Si el verdugo te cercena una mano, ¿acoplarás al muñón una prótesis de madera pulida para que tu mutilación no empañe la belleza del jardín titilante --o peor aún, para echar una mano a tu demediador en futuras faenas?

 

Hermanos somos por el sufrimiento y por la muerte. Pero hoy no solamente de los hombres, sino ya de la naturaleza entera.

 

Yuxtaponer la gloria y la miseria para dibujar la verdad inaplacable de nuestra condición. Sin énfasis, desesperanza ni consuelo.

 

Negarse a confundir el mal natural con el mal social, la muerte que contrasta y delimita la vida con la que la pudre de raíz. Negarse a reírle los chistes al verdugo.

 

Poder asomarse alguna vez al seco barranco ambiguo de los días y poder gritar: "todos mis sueños, todos mis combates, todas mis dudas, toda mi desmemoria, para contribuir con un adarme de calor al solidario abrazo sin cauces de mañana: y ello solamente para ti".



Jorge Riechmann. El empeño del manantial. Ed. Lastura, 2023

Fotografía de Jorge Riechmann

 

(Fuente: Voces del extremo)

 

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