jueves, 24 de agosto de 2023

Juan Carlos Moisés (Chubut, Argentina, 1954)

 

LA LEY DEL DOMADOR DE PERROS 
 

Muchos años antes de que yo fuera un domador
de perros amateur, abuelo Blas fue deportado
a su país de nacimiento por actividades
reñidas con el orden público.
Está en el cuerpo de la ley, porque la ley
tiene cuerpo y tiene espíritu y se aplica
como una compresa en el enfermo.
Con miedo pregunté por la ley que está escrita,
la ley temida por el domador de perros
que fui en mi infancia.
Hay una foto que me condena, estoy
con gorra visera montado en el galgo negro;
el galgo, quieto, sin un ladrido.
 
"Esta es la ley, célebre por su número
odiado, maldecido, esta es la ley 4144".
¿Qué es la ley?
"La ley sólo son crímenes
castigados por los lugares y las épocas".
¿Qué ofrece la ley?
"La ley no nos da nada
más que un cadáver envuelto en un manto sucio.
La ley se basa en el crimen y en la reclusión
largamente demorada".
 
El domador de perros que fui no sabía
que el arte de las repeticiones está en el tiempo.
 
Como toda ley que es condena, aquella separaba
lo que estaba unido y unía lo que estaba separado.
En un pueblo de Castilla, Blas soñaba
que Lorenza lo despertaba en el caserío
del Sur argentino con vista al mar,
en la mañana de invierno, los vidrios
escarchados de su casa de chapas en la loma:
-Mira la nieve en el árbol,
ya es la mañana, hay tanta luz en la ventana.
Y Blas, cegado por el reflejo:
-¿Qué nieve? ¿Qué árbol? ¿Qué mañana?
 
 

de “El viento que hay acá afuera”, 2022, Ediciones La Carta de Oliver.
 
 
(Fuente: Raúl Orlando Artola)

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