martes, 1 de agosto de 2023

Günter Kunert (Berlín, Alemania, 1929-Kaisborstel, Alemania, 2019)

 

    CUANDO LA RAZÓN DUERME, APARECEN LOS MONSTRUOS

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    Aquí está sentado el hombre, la
    Parte superior del cuerpo apoyada sobre la mesa, la cabeza
    Descansa sobre el lecho de sus brazos,
    Y duerme.
     
    Del oscuro fondo surgen los
    Lémures, batallones de sombríos
    Murciélagos, búhos, seniles y alevosas
    Las caras, revolotean alrededor del durmiente.
    Ojos malvados, garras afiladas, picos duros.
     
    ¡Qué pena que la razón duerma!
     
    Desde las oficinas se arrastran las arañas, ciegos y
    De una blancura burbujeante los ojos, hilan sus telarañas
    En torno a casas, puertas, ventanas. En las tuberías
    Viven medusas, introducen sus blandos
    Tentáculos, a través de los cuartos, en las ollas y
    En las jarras, llenas de curiosidad helada.
    En la calle se desploma uno. Cuando
    Se le abre el tórax, se descubre
    Un corazón seco, del tamaño de una nuez,
    Duro como la madera.
    En las esquinas, perros, su piel de color
    Rosa, cigarrillos entre los dientes romos,
    Y mueven la cola. Cuando el sol sale y
    Se pone, mueven la cola. A las nubes, al viento y
    A la tormenta de granizo les saluda siempre el mismo
    Movimiento de cola.
     
    Bajo los árboles está el pintor, sobre
    Los hombros, cuervos negros. Se les oye
    Graznar, y sus picos como puntas de cuchillo
    Apuntan al ojo del pobre.
    Sobre las manos del músico sobre las
    Teclas negras y blancas corren rápidamente
    Los ciempiés. En el aire que así empieza a
    Sonar, los sonidos del músico apenas molestan,
    Y al compás se balancean los niños,
    Sus piernas pardas y con corteza, arraigadas
    En la tierra con los largos dedos de las raíces.
     
    ¡Qué pena que la razón despierte! (¡Ay si la razón despierta!)
     
    El hombre se despierta y estira
    El cuerpo y extiende los brazos, alza
    La cabeza. Acabado el sueño.
    Con una pluma captura el
    Despierto los monstruos en el papel.
     
    Ahora se retiran a lo irreal,
    Los murciélagos encogen, los búhos
    Llorosos y desnudos, caen al suelo, ruedan
    A las esquinas oscuras, donde se los traga la
    Sombra. Los ojos malvados se cierran,
    Y los picos amenazantes
    Se deshacen como papel quemado
    Que conserva su forma hasta que
    Lo alcanza un soplo.
     
     
    _______________________
    de "Tagwerke, Gedichte, Lieder, Balladen" (Mitteldeutscher, Halle, 1961), en Helmut C. Jacobs, "La dimensión política en la poesía sobre la obra de Goya",
    Actas del Seminario Internacional "Goya en la Literatura, en la Música y en las creaciones audiovisuales", Zaragoza, 2019. Trad. del alemán del propio Jacobs.
    En la imagen, a la izquierda, el capricho n.º 42 de Francisco de Goya, "El sueño de la razón produce monstruos" (Museo Nacional del Prado); a la derecha, Günter Kunert (Berlín, Alemania, 1929-Kaisborstel, Alemania, 2019 / Galerie Ahlers Mangoldt)
     
     
     


    WENN DIE VERNUNFT SCHLÄFT, KOMMEN DIE UNGEHEUER HERVOR
     

    Da sitzt der Mensch, den
    Oberkörper übern Tisch gesunken, der Kopf
    Ruht auf dem Bette seiner Arme,
    Und schläft.
    Aus dem finstren Hintergrund dringen die
    Lemuren, Bataillone schattenhafter
    Fledermäuse, Eulen, greisenhaft und tückisch
    Die Gesichter, flattern um den Schläfer.
    Böse Augen, scharfe Krallen, harte Schnäbel.
    Wehe, es schläft die Vernunft!
    Aus den Ämtern kriechen Spinnen, blind und
    Blasig weiß die Augen, weben ihre Netze
    Um die Häuser, Türen, Fenster. In den Wasserröhren
    Hausen Quallen, strecken ihre weichen
    Fühler durch die Zimmer in die Töpfe und
    Die Kannen, voll von Neugier, eiseskalter.
    Auf der Straße fällt wer um. Wird der
    Brustkorb aufgeschnitten, findet man das
    Herz vertrocknet, nußgroß nur noch,
    Hart wie Holz.
    An den Ecken Hunde, deren Fell von rosa
    Farbe, zwischen stumpfen Zähnen Zigaretten,
    Und sie wedeln. Geht die Sonne auf und
    Unter, wedeln sie. Wolken, Wind und
    Hagelschauer grüßt ein immer gleiches
    Wedeln.
    Unter Bäumen steht der Maler, auf
    Den Schultern schwarze Raben. Krächzen hört
    Man sie, und ihre messerspitzen Schnäbel
    Zielen nach dem Aug’ des Armen.
    Über des Musikers Hände auf den
    Schwarz und weißen Tasten laufen eilig
    Tausendfüßler. In der Weise, die da
    Aufklingt, stören des Musikers Töne wenig nur,
    Und im Takt wiegen sich Kinder,
    Deren Beine braun und rindig, festgewachsen
    In der Erde mit den langen Wurzelzehen.
    Wehe, die Vernunft erwacht!
    Der Mensch wacht auf und streckt
    Den Leib und reckt die Arme, erhebt
    Den Kopf. Zu End der Schlaf.
    Mit einer Feder bannt der
    Erwachte die Ungeheuer aufs Papier.
    Da sinken sie zurück ins Wesenlose,
    Die Fledermäuse schrumpfen ein, die Eulen
    Weinerlich und kahl, fallen zu Boden, rollen
    In die dunklen Ecken, wo sie der
    Schatten schluckt. Die bösen Augen schließen
    Sich, und die drohenden
    Schnäbel zerfallen wie verbranntes Papier,
    Das noch die Form bewahrt bis es ein
    Hauch trifft .
     
    (Fuente: Jonio González)


 

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