CUANDO LA RAZÓN DUERME, APARECEN LOS MONSTRUOS
Aquí está sentado el hombre, la
Parte superior del cuerpo apoyada sobre la mesa, la cabeza
Descansa sobre el lecho de sus brazos,
Y duerme.
Del oscuro fondo surgen los
Lémures, batallones de sombríos
Murciélagos, búhos, seniles y alevosas
Las caras, revolotean alrededor del durmiente.
Ojos malvados, garras afiladas, picos duros.
¡Qué pena que la razón duerma!
Desde las oficinas se arrastran las arañas, ciegos y
De una blancura burbujeante los ojos, hilan sus telarañas
En torno a casas, puertas, ventanas. En las tuberías
Viven medusas, introducen sus blandos
Tentáculos, a través de los cuartos, en las ollas y
En las jarras, llenas de curiosidad helada.
En la calle se desploma uno. Cuando
Se le abre el tórax, se descubre
Un corazón seco, del tamaño de una nuez,
Duro como la madera.
En las esquinas, perros, su piel de color
Rosa, cigarrillos entre los dientes romos,
Y mueven la cola. Cuando el sol sale y
Se pone, mueven la cola. A las nubes, al viento y
A la tormenta de granizo les saluda siempre el mismo
Movimiento de cola.
Bajo los árboles está el pintor, sobre
Los hombros, cuervos negros. Se les oye
Graznar, y sus picos como puntas de cuchillo
Apuntan al ojo del pobre.
Sobre las manos del músico sobre las
Teclas negras y blancas corren rápidamente
Los ciempiés. En el aire que así empieza a
Sonar, los sonidos del músico apenas molestan,
Y al compás se balancean los niños,
Sus piernas pardas y con corteza, arraigadas
En la tierra con los largos dedos de las raíces.
¡Qué pena que la razón despierte! (¡Ay si la razón despierta!)
El hombre se despierta y estira
El cuerpo y extiende los brazos, alza
La cabeza. Acabado el sueño.
Con una pluma captura el
Despierto los monstruos en el papel.
Ahora se retiran a lo irreal,
Los murciélagos encogen, los búhos
Llorosos y desnudos, caen al suelo, ruedan
A las esquinas oscuras, donde se los traga la
Sombra. Los ojos malvados se cierran,
Y los picos amenazantes
Se deshacen como papel quemado
Que conserva su forma hasta que
Lo alcanza un soplo.
_______________________
de "Tagwerke, Gedichte, Lieder, Balladen" (Mitteldeutscher, Halle, 1961), en Helmut C. Jacobs, "La dimensión política en la poesía sobre la obra de Goya",
Actas del Seminario Internacional "Goya en la Literatura, en la Música y en las creaciones audiovisuales", Zaragoza, 2019. Trad. del alemán del propio Jacobs.
En la imagen, a la izquierda, el capricho n.º 42 de Francisco de Goya, "El sueño de la razón produce monstruos" (Museo Nacional del Prado); a la derecha, Günter Kunert (Berlín, Alemania, 1929-Kaisborstel, Alemania, 2019 / Galerie Ahlers Mangoldt)
WENN DIE VERNUNFT SCHLÄFT, KOMMEN DIE UNGEHEUER HERVOR
WENN DIE VERNUNFT SCHLÄFT, KOMMEN DIE UNGEHEUER HERVOR
Da sitzt der Mensch, den
Oberkörper übern Tisch gesunken, der Kopf
Ruht auf dem Bette seiner Arme,
Und schläft.
Aus dem finstren Hintergrund dringen die
Lemuren, Bataillone schattenhafter
Fledermäuse, Eulen, greisenhaft und tückisch
Die Gesichter, flattern um den Schläfer.
Böse Augen, scharfe Krallen, harte Schnäbel.
Wehe, es schläft die Vernunft!
Aus den Ämtern kriechen Spinnen, blind und
Blasig weiß die Augen, weben ihre Netze
Um die Häuser, Türen, Fenster. In den Wasserröhren
Hausen Quallen, strecken ihre weichen
Fühler durch die Zimmer in die Töpfe und
Die Kannen, voll von Neugier, eiseskalter.
Auf der Straße fällt wer um. Wird der
Brustkorb aufgeschnitten, findet man das
Herz vertrocknet, nußgroß nur noch,
Hart wie Holz.
An den Ecken Hunde, deren Fell von rosa
Farbe, zwischen stumpfen Zähnen Zigaretten,
Und sie wedeln. Geht die Sonne auf und
Unter, wedeln sie. Wolken, Wind und
Hagelschauer grüßt ein immer gleiches
Wedeln.
Unter Bäumen steht der Maler, auf
Den Schultern schwarze Raben. Krächzen hört
Man sie, und ihre messerspitzen Schnäbel
Zielen nach dem Aug’ des Armen.
Über des Musikers Hände auf den
Schwarz und weißen Tasten laufen eilig
Tausendfüßler. In der Weise, die da
Aufklingt, stören des Musikers Töne wenig nur,
Und im Takt wiegen sich Kinder,
Deren Beine braun und rindig, festgewachsen
In der Erde mit den langen Wurzelzehen.
Wehe, die Vernunft erwacht!
Der Mensch wacht auf und streckt
Den Leib und reckt die Arme, erhebt
Den Kopf. Zu End der Schlaf.
Mit einer Feder bannt der
Erwachte die Ungeheuer aufs Papier.
Da sinken sie zurück ins Wesenlose,
Die Fledermäuse schrumpfen ein, die Eulen
Weinerlich und kahl, fallen zu Boden, rollen
In die dunklen Ecken, wo sie der
Schatten schluckt. Die bösen Augen schließen
Sich, und die drohenden
Schnäbel zerfallen wie verbranntes Papier,
Das noch die Form bewahrt bis es ein
Hauch trifft .
(Fuente: Jonio González)
No hay comentarios:
Publicar un comentario