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A ella, el varón, también le ayuda
a sostener las tetas.
Las pieles se estiran y contraen.
La actividad sale de la choza,
desasiste a la Madre Tierra
y, sin desvanecerse, penetra en el núcleo solar.
Separados los cuerpos, regresa el Padre Sol,
en forma de luz, y guía a los mensajeros zoospermos,
agitando sus núcleos, para el lumen vaginal.
Van, transportando centriolas y condriosomas,
corren, por las atracciones ovulares,
compiten, portando alimentos y reglas,
avanzan, revibrando, propulsados por el filamento axial.
Sin público, cronometristas, ni jueces
el triunfante, rompe la cinta, y es ingresado
e internado a trabajos de esfuerzo perpetuo.
Las mujeres dicen que será mujercita,
los hombres dicen que será hombrecito.
Sea lo que sea, acatará soberanía Terreno-Solar.
En Choza (Lima, 1978)
(Fuente: Librosperuanos.com)
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