jueves, 3 de junio de 2021

Rosario Castellanos (México, 1925 - Tel Aviv, 1974)

 

 

EL OTRO


¿Por qué decir nombres de dioses, astros

espumas de un océano invisible,

polen de los jardines más remotos?

Si nos duele la vida, si cada día llega

desgarrando la entraña, si cada noche cae

convulsa, asesinada.

Si nos duele el dolor en alguien, en un hombre

al que no conocemos, pero está

presente a todas horas y es la víctima

y el enemigo y el amor y todo

lo que nos falta para ser enteros.

Nunca digas que es tuya la tiniebla,

no te bebas de un sorbo la alegría.

Mira a tu alrededor: hay otro, siempre hay otro.

Lo que él respira es lo que a ti te asfixia,

lo que come es tu hambre.

Muere con la mitad más pura de tu muerte.


AGONÍA FUERA DEL MURO


Miro las herramientas,

El mundo que los hombres hacen, donde se afanan,

Sudan, paren, cohabitan.

 

El cuerpo de los hombres prensado por los días,

Su noche de ronquido y de zarpazo

Y las encrucijadas en que se reconocen.

 

Hay ceguera y el hambre los alumbra

Y la necesidad, más dura que metales.

 

Sin orgullo (¿Qué es el orgullo? ¿Una vértebra

Que todavía la especie no produce?)

Los hombres roban, mienten,

Como animal de presa olfatean, devoran

Y disputan a otro la carroña.

 

Y cuando bailan, cuando se deslizan

O cuando burlan una ley o cuando

Se envilecen, sonríen,

Entornan levemente los párpados, contemplan

El vacío que se abre en sus entrañas

Y se entregan a un éxtasis vegetal, inhumano.

 

Yo soy de alguna orilla, de otra parte,

Soy de los que no saben ni arrebatar ni dar,

Gente a quien compartir es imposible.

 

No te acerques a mi, hombre que haces el mundo,

Déjame, no es preciso que me mates.

Yo soy de los que mueren solos, de los que mueren

De algo peor que vergüenza.

Yo muero de mirarte y no entender.


POESÍA NO ERES TÚ


Porque si tú existieras

tendría que existir yo también. Y eso es mentira.

 

Nada hay más que nosotros: la pareja,

los sexos conciliados en un hijo,

las dos cabezas juntas, pero no contemplándose

(para no convertir a nadie en un espejo)

sino mirando frente a sí, hacia el otro.

 

El otro: mediador, juez, equilibrio

entre opuestos, testigo,

nudo en el que se anuda lo que se había roto.

 

El otro, la mudez que pide voz

al que tiene la voz

y reclama el oído del que escucha.

 

El otro. Con el otro

la humanidad, el diálogo, la poesía, comienzan.

 

(Fuente: La parada poética)

 

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