jueves, 3 de junio de 2021

María Mercedes Carranza (Bogotá, Colombia, 1945 - 2003)

 

 

SUELE SUCEDER

 

Luego de algunos años

de no verlo,

de nuevo nos encontramos.

No el deseo, como antes,

sino la nostalgia

de aquellos días de deseo

nos llevó a la cama.

La alegría de entonces

fue ternura y el goce

y la voluptuosidad

sólo complacencia.

Ambos, podría jurarlo,

tuvimos la certeza

de habernos sobrevivido.

 

POEMA DE AMOR

 

Afuera el viento, el olor metálico de la calle.

Ya dentro, va dejando todo lo que lleva encima,

primero la cartera y la sonrisa;

se deshace de las caras que ese día ha visto,

los desencuentros, la paz fingida,

el sabor dulzarrón del deber cumplido.

Y se desviste como para poder tocar

toda la tristeza que está en su carne.

Cuando se encuentra desnuda

se busca, casi como un animal se olfatea,

se inclina sobre ella y se acecha:

inicia una larga confidencia tierna,

se pide respuestas, tal vez tiene la mirada turbia;

separa las rodillas y como una loba se devora.

Afuera el viento, el olor metálico de la calle.

 

EL OFICIO DE VESTIRSE

 

De repente,

cuando despierto en la mañana

me acuerdo de mí,

con sigilo abro los ojos

y procedo a vestirme.

Lo primero es colocarme mi gesto

de persona decente.

En seguida me pongo las buenas

costumbres, el amor

filial, el decoro, la moral,

la fidelidad conyugal:

para el final dejo los recuerdos.

Lavo con primor

mi cara de buena ciudadana

visto mi tan deteriorada esperanza,

me meto entre la boca las palabras,

cepillo la bondad

y me la pongo de sombrero

y en los ojos

esa mirada tan amable.

Entre el armario selecciono las ideas

que hoy me apetece lucir

y sin perder más tiempo

me las meto en la cabeza.

Finalmente

me calzo los zapatos

y echo a andar: entre paso y paso

tarareo esta canción que le canto

a mi hija:

“Si a tu ventana llega

el siglo veinte

trátalo con cariño

que es mi persona”.

 

EL OFICIO DE VIVIR

 

He aquí que llego a la vejez

y nadie ni nada

me ha podido decir

para qué sirvo.

Sume usted

oficios, vocaciones, misiones y predestinaciones:

la cosa no es conmigo.

No es que me aburra,

es que no sirvo para nada.

Ensayo profesiones,

que van desde cocinera, madre y poeta

hasta contabilista de estrellas.

De repente quisiera ser cebolla

para olvidar obligaciones

o árbol para cumplir con todas ellas.

Sin embargo lo más fácil

es que confiese la verdad.

Sirvo para oficios desuetos:

Espíritu Santo, dama de compañía, Estatua

de la Libertad, Arcipreste de Hita.

No sirvo para nada.

***

 

(Fuente: La Parada poética)



No hay comentarios:

Publicar un comentario