lunes, 23 de marzo de 2020

Julio Flórez (Colombia, 1863 - 1923)


X
Tú no sabes amar: ¿acaso intentas
darme calor con tu mirada triste?
El amor nada vale sin tormentas,
sin tempestades el amor no existe.
Y sin embargo ¿dices que me amas?
No, no es amor lo que hacía mí te mueve;
el Amor es un sol hecho de llama,
y en los soles jamás cuaja la nieve.
¡El amor es volcán, es rayo, es lumbre,
y debe ser devorador, intenso,
debe ser huracán, debe ser cumbre…
debe alzarse hasta Dios como el incienso!
Pero tú piensas que el amor es frío;
que ha de asomar en ojos siempre yertos,
con tu anémico amor… anda, bien mío,
anda al osario a enamorar los muertos.


XXVIII
Como una águila fúnebre, fantástica y deforme,
la sombra de una nube se arrastra sobre el mar,
y el mar, eternamente palpitante y enorme,
no acierta a saber cómo
puede en su azul y gigantesco lomo
una mísera nube su silueta arrastrar.
Mas de pronto esa nube se ennegrece y se agita
y su sombra se agranda sobre el azul temblor;
ya es nubarrón obscuro, ya es noche que vomita
del abismo en el seno,
con el fragor terrible del huracán y el trueno,
es formidable boa del rayo asolador.
Y entonces el gran trémulo que su furor quebranta
contra las mudas rocas que intentan atajar
sus cóleras siniestras, retuércese y se espanta,
porque se explica cómo
puede en su azul y gigantesco lomo
una mísera nube su silueta arrastrar.



(Fuente: La Sociedad Perdida)



No hay comentarios:

Publicar un comentario