Máscara del que duerme
I
O peco bajo nunca
lejano de los míos
y en los floridos
pechos confinado,
o busco en la
máscara del que duerme
lo que la muerte no
contiene.
Como una araña el
cuerpo hastiado escala
la gradiente del
sueño y se despoja
de las flores y de
los animales,
de la corona que en
la luz lo justifica,
emanando de sí como
de un bosque.
Acógese en la sima
de esas sombras
la llama que lo
abrasa y lo hermosea.
Recado para un joven poeta
No estés solo,
no hables contigo de
ti mismo,
no mires demasiado
tu cinema en
penumbra.
Si alguien te
pregunta
por qué la flor ya
no es hoguera,
y el cielo su húmeda
capa arrastra,
y el sol descuida
sus músicos,
sus habas,
sus lechuzas,
sus reinos de paja y
mineral,
no eches llave a la
puerta,
a tu ventana
sonriente.
Sal pronto afuera,
cruza el puente
que va del sueño a
la palabra,
y si estalla una
pregunta
como un ojo vaciado
en la noche,
si la libertad te
avienta al mundo
sin que puedas besar
a una muchacha,
es porque te ha
elegido
para ondear en su
nombre.
Por eso, no estés
solo
con tu película
muda.
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