martes, 25 de septiembre de 2018

Javier Llaxacóndor


Hay una tarde...







Hay una tarde
    Que sigo
    En particular
Hecha de jachís
Al final de la carretera a Essaouira
Después de comer corderos que antes acariciaba
Y beberme el mar de Alborán
    Hay una tarde que sigo en particular
En el camino a mis viejas parras
Donde se celebra mi funeral
Asisten desconocidos
Que se llevan mis desechos corporales
Como juguetes para sus niños
Mis ojos son dos cavidades donde se depositan los cuescos de las aceitunas
Mi boca un escupidero
Una tarde en particular conocí al amor de mi vida
    En medio de inmundicias
Le compré un bolso que llené de arena para que no me abandonara
Con su dedo dibujé las formas de un cordón umbilical
    Y renací en un ocaso cualquiera
Comí junto a los peces de Saidia secreciones líquidas de su cuerpo
En una playa marroquí que sigo en particular
Lejos de la muerte
Llena de pichones y de ella
En las cavernas berebere donde alumbra el ganado
Constituimos
Nuestra convicción artística
Hecha de olivos
Y arrepentimientos



(Fuente:  Descontexto blog)


París, 2017









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