Dos poemas
Mis manos
Mis manos, ciertas veces,
dan la rara impresión de cosa muerta.
Palidez más extraña no vi nunca;
marfil antiguo, polvorienta cera,
y en el dorso delgado y transparente
el turquesa apagado de las venas.
Carne que bien podría
si la rozara una caricia ardiente,
deshacerse en ceniza
como esas flores frágilesy tenues
que en el fondo oloroso de los cofres
en fino polvo ámbar se convierten.
¿En qué siglo remoto florecieron
estas dos pobres rosas extinguidas?
¡Un milagro, sin duda, las conserva
aquí, sobre mi falda todavía!
Estación
En el bar de la estación espero
la llegada de un tren.
Hombres desconocidos me rodean
ninguna mujer.
Sólo mi boca roja en los oscuros
espejos que prolongan la pared.
En Primeras poetas argentinas, selección de Gabriela Franco, Javier Cófreces y Eduardo Mileo, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2009
Ilustración: Autorretrato, 1939, Emilia Bertolé
(Fuente: Otra Iglesia Es Imposible)
No hay comentarios:
Publicar un comentario