jueves, 10 de marzo de 2022

Jean-Joseph Rabéarivelo (Madagascar, 1901 - 1937)

 

TRES POEMAS DE JEAN-JOSEPH REBÉARIVELO EN ANTOLOGÍA DE LA NUEVA POESÍA NEGRA Y MALGACHE EN LENGUA FRANCESA DE LÉOPOLD SÉDAR SENGHOR

 

 

 

 

2

 

¿Qué rata invisible,

venida de las paredes de la noche,

mordisquea la galleta láctea de la luna?

Mañana por la mañana,

cuando se haya marchado,

quedarán marcas de dientes sangrantes.

 

Mañana por la mañana,

quienes se hayan embriagado toda la noche

y quienes salgan de jugar,

al mirar la luna,

balbucearán:

«¿De quién son estos cinco duros

dando vueltas en la mesa verde?»

«¡Ah!, añadirá uno de ellos,

¡el amigo lo perdió todo

y se mató!»

 

Y se reirán al unísono

y, tambaleándose, se caerán.

La luna, por su parte, ya no estará allí:

La rata se la habrá llevado a su agujero.

 

 

 

3

 

 

 

La piel de la vaca negra está tendida,

tendida pero no puesta a secar,

tendida en la sombra séptuple.

¿Pero quién derribó a la vaca negra,

muerta sin un mugido, muerta sin un bramido,

muerta sin ser perseguida

por esa pradera florida de estrellas?

 

Ahí la tenéis yaciendo en mitad del cielo.

 

Tendida está la piel

sobre la caja de resonancia del viento

que esculpen los espíritus del sueño.

 

Y el tambor está listo

mientras se coronan de gladiolos

los cuernos del becerro liberado

que brinca

y pace en la yerba de las colinas.

 

Resonó,

y sus conjuros se volverán sueños

hasta el momento en que la vaca negra resucite,

blanca y rosa,

ante un río de luz.

 

 

 

17

 

 

 

El vidriero negro

cuyas pupilas sin nombre nadie ha visto jamás

y en cuyos hombros nadie se ha alzado aún,

el esclavo aquel recubierto de perlas de cristalería,

robusto como Atlas

cargando los siete cielos en la cabeza,

parece que el río múltiple de las nubes se lo va a llevar,

el río que ya moja su lamba.

 

Mil y un pedazos de cristal

caen de sus manos

pero rebotan en su frente

herida por las montañas

donde nacen los vientos.

 

Y asistes a su suplicio cotidiano

y a su labor sin fin;

asustes a su agonía fulminante

en cuanto resuenan en las murallas del Este

las conchas marinas;

pero ya no experimentas piedad por él

y ni recuerdas que su sufrimiento recomienza

cada vez que naufraga el sol.

 

 

 

 

En Antología de la nueva poesía negra y malgache en lengua francesa de Léopold Sédar Senghor.

 

Traducción y notas de Martha Asunción Alonso

 

Ultramarinos editorial

 

(Fuente: Papeles de Pablo Müller)

 

 

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