jueves, 10 de marzo de 2022

Gerardo Deniz (Madrid, 1934 - México, 2014)

 


 

Juan Almela en el estudio de Octavio Paz. Fotografía de Elsa Almela

 

 

      Un poeta vecino del Parnaso… 

 

Un poeta vecino del Parnaso
tiene a la salamandra cierta inquina;
ya puede ser caucásica o alpina,
él la llama lagarto a cada paso.
Lo mejor por hacer en este caso
es servirle unas cuantas en cecina,
a ver si con tamaña medicina
concede a los anfibios un repaso.
También quisiera hablar del ajolote
y de su singular mitología,
pero me está prohibido el estrambote,
así que gastaré mi corto espacio
dando gracias al cielo que me envía
el conflicto de un vate y un batracio.

 

En las grabaciones de los últimos años de su vida, que conservo por decenas, pero no sólo ahí, también en la conversación con algunos de sus amigos, Juan Almela (Gerardo Deniz) dejó regados inacabables materiales que no vieron la luz en vida suya por la simple razón de que nunca fueron puestos por escrito.

Por tratarse de una página especialmente simpática, recojo un soneto que, hasta donde sé, no está en ningún lugar —como no está, por ejemplo, en sus papeles más personales. Es posible que duerma en una carta enviada a alguno de sus corresponsales más asiduos (Eduardo Mateo Gambarte, Pablo Mora) precisamente como está en mi grabación del 10 de octubre de 2009, cuando llevaba yo unos seis meses visitándolo todas las semanas y como hice hasta 2014, año de su muerte, con el propósito de conversar con él delante de una grabadora. El soneto salió a cuento cuando hablábamos de “Salamandra”, el poema de Octavio Paz que tanto le gustaba. 

Ya en otro lugar, ahora sí por escrito, Almela había contado su relación con ese poema: entre otras cosas, hizo el relato de cómo descubrió que uno de sus primeros versos, “calorífero de combustión lenta”, es una oración tomada literalmente de la definición de “salamandra” que ofrece el diccionario de la Academia, que sigue dándola hasta hoy como cuarta acepción de la palabra. Ya entonces, Deniz describió aquel verso como un “enigmático y admirable endecasílabo de acentuación tremenda”. Su texto, titulado igual que el poema de Paz, está recogido en De marras, su prosa reunida[1]

Como había dejado ya anotado y se verá más abajo, a Almela le pareció que su amigo había leído cierto libro sobre el tema, aunque el poeta de “Salamandra” negó conocerlo, acaso porque su información provenía de alguna otra fuente. Pero lo que disparó la creación del soneto es que Octavio Paz, hacia el final del famoso poema, dice que “la salamandra es un lagarto”. Almela, gran conocedor de los animales, censuró el que su amigo ignorase que la salamandra es una especie de anfibio que nada tiene que ver con los lagartos, que son reptiles. Con todo, prefirió no publicar el soneto, convencido quizás de que no era más que una broma, y no le hizo ninguna publicidad, al grado de que yo mismo se lo escuché apenas en una sola ocasión a lo largo de los muchos años que conversé con él, con relativa frecuencia, sobre el propio Octavio. Aquella única vez, por fortuna, teníamos la grabadora encendida.

Me parece que hay varias razones para darlo a conocer: la fluidez perfecta de la versificación; la gracia con la que están expuestos el asunto y sus implicaciones; la inesperada aparición del ajolote (justificada por la presencia de Xólotl en el poema de Paz), al que hace ocupar todo el primer terceto sólo para decir que no se ocupará de él por falta de espacio, y particularmente el precioso verso final. Antecediendo al fragmento de la charla donde vino a cuento, transcribo a continuación el poema, que damos a conocer aquí por primera vez. Agradezco a Antonio Carreira sus sugerencias para puntuar el soneto. No menos que eso, por hacerme notar que, si en la edición del libro Salamandra que suelo manejar (Mortiz, quinta edición, nuevamente corregida, 1984), no aparece la forma “salamandria”, es sólo por un lamentable error editorial (o, como seguramente pensaría Juan Almela, por el celo excesivo de algún maxmordón).

 


Juan Almela: … recién oído por radio un poema, “Salamandra”, por el propio Paz, que fue la primera vez que oí su voz, en el disco de Voz Viva de México, por Radio Universidad… Y oigo una voz abominable que decía [imita a Paz]: “Salamandra, calorífero de combustión lenta…” Y entonces, como dice que “la salamandra es un lagarto”, y los lagartos son reptiles y las salamandras son anfibios, batracios, hice ese sonetito. Lleva un epígrafe sacado de una revista científica alemana-suiza, que cuenta en alemán de una mujer que trató de quitarse de encima a su marido hirviéndole en la sopa una salamandra…[2] Y con razón, porque la piel de la salamandra sí es venenosa..

 

(Fuente: Zona Octavio Paz.com)

 

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