miércoles, 9 de marzo de 2022

Cecilia Meireles (Brasil, 1901 - 1964)

 





 
 
 
 
 
 
 

Guerra



Tanta es la sangre
que los ríos abandonan su ritmo,
y el océano delira
y rechaza las espumas rojas.

Tanta es la sangre
que hasta la luna se levanta horrible,
y yerra en los lugares serenos,
sonámbula de aureolas rubís,
con el fuego del infierno en sus madejas.

Tanta es la muerte
que ni los rostros se conocen, lado a lado,
y los pedazos de cuerpo están por ahí como tablas sin uso.

Oh, los dedos con alianzas perdidos en el barro...
Los ojos que ya no pestañean con el polvo...
Las bocas de recados perdidos...
El corazón dado a los gusanos, dentro de los densos uniformes...

Tanta es la muerte
que sólo las almas formarían columnas,
las almas desprendidas... — y alcanzarían las estrellas.

Y las máquinas de entrañas abiertas,
y los cadáveres todavía armados,
y la tierra con sus flores ardiendo,
y los ríos pavoridos como tigres, con sus máculas,
y este mar desvariado de incendios y náufragos,
y la luna alucinada con su testimonio,
y nosotros y vosotros, inmunes,

llorando, sólo, sobre fotografías,
— todo es un natural armar y desarmar de andamios
entre tiempos vagarosos,
soñando arquitecturas.

/

Guerra


Tanto é o sangue
que os rios desistem de seu ritmo,
e o oceano delira
e rejeita as espumas vermelhas.

Tanto é o sangue
que até a lua se levanta horrível,
e erra nos lugares serenos,
sonâmbula de auréolas rubras,
com o fogo do inferno em suas madeixas.

Tanta é a morte
que nem os rostos se conhecem, lado a lado,
e os pedaços de corpo estão por ali como tábuas sem uso.

Oh, os dedos com alianças perdidos na lama...
Os olhos que já não pestanejam com a poeira...
As bocas de recados perdidos...
O coração dado aos vermes, dentro dos densos uniformes...

Tanta é a morte
que só as almas formariam colunas,
as almas desprendidas... — e alcançariam as estrelas.

E as máquinas de entranhas abertas,
e os cadáveres ainda armados,
e a terra com suas flores ardendo,
e os rios espavoridos como tigres, com suas máculas,
e este mar desvairado de incêndios e náufragos,
e a lua alucinada de seu testemunho,
e nós e vós, imunes,

chorando, apenas, sobre fotografias,
— tudo é um natural armar e desarmar de andaimes
entre tempos vagarosos,
sonhando arquiteturas.
 
 
 Trad. Raquel Madrigal Martínez
 
 
(Fuente: La comparecencia infinita)


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario