martes, 1 de junio de 2021

María Mercedes Carranza (Bogotá, Colombia, 1945 - 2003)

 

 

Patas arriba con la vida

 

Sé que voy a morir

porque no amo ya nada.

Manuel Machado

 

Moriré mortal,

es decir habiendo pasado

por este mundo

sin romperlo ni mancharlo.

No inventé ningún vicio,

pero gocé de todas las virtudes:

arrendé mi alma

a la hipocresía: he traficado

con las palabras,

con los gestos, con el silencio;

cedí a la mentira:

he esperado la esperanza,

he amado el amor,

y hasta algún día pronuncié

la palabra Patria;

acepté el engaño:

he sido madre, ciudadana,

hija de familia, amiga,

compañera, amante.

Creí en la verdad:

dos y dos son cuatro,

María Mercedes debe nacer,

crecer, reproducirse y morir

y en esas estoy.

Soy un dechado del siglo XX.

Y cuando el miedo llega

me voy a ver televisión

para dialogar con mis mentiras.

 

 

AQUÍ ENTRE NOS

 

Un día escribiré mis memorias,

¿quién que se irrespete no lo hace?

 Y allí estará todo. Estará el esmalte

de las uñas revuelto

con Pavese y Pavese con las agujas y

una que otra cuenta de mercado. Donde

debieran estar los pensamientos

sublimes pintaré

tus labios a punto de decirme

buenos días todos los días. Donde

haya que anotar lo más importante

recordaré un almuerzo

cualquiera llegando al corazón

de una alcachofa, hoja a hoja.

Y de resto,

llenaré las páginas que me falten

con esa memoria que me espera entre cirios,

muchas flores y descanse en paz.

 

PRECEDENTES DE LA PHILIPS

 

“Como en los cuadros de Turner,

donde la luz piensa”.

Octavio Paz

 

Las investigaciones de la Philips prueban

que la luz no la creó Dios en el primer

día. Fue Turner –desvelado en una noche

 de Venecia– el que dijo hágase la luz y

la luz fue hecha. En el principio

fue su pincel y hasta las nieblas de

Londres lo reconocieron. Luego

hubo un hombre llamado Monet que

vino a dar testimonio de la luz

entre los suyos y los suyos sí

le recibieron. Desde entonces la luz

habita entre nosotros llena

de Van Gogh con sus tristezas y todo.

 

 

QUIERO BAILAR CON ULISES

“Heureux qui comme Ulysse

a fait un beau voyage”.

Joachim du Bellay.

 

Quiero invitar a bailar a Ulises,

quiero beber con él y que me cuente

de qué color eran los ojos del joven Aquiles.

Quiero que me cante el canto de las sirenas

y me diga de sus noches de insomnio

sobre las aguas del Mediterráneo.

Quiero saber de su complicidad con Circe

en la isla de Ea y de sus extrañas

ceremonias y encantamientos.

Quiero que Ulises me haga el amor

y en la cama me cuente

cómo eran los vestidos de Helena

y si Paris fue como lo pinta Rubens.

Quiero saber qué vio en el país de los Lotófagos,

de qué color eran las montañas de Eólide.

Quiero que me cuente por qué regresó a Itaca.

 

 

(Fuente: La parada poética)

 

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