VOLVIENDO A CASA
Como soy un ciudadano de estos tiempos
no voy para mi casa en un caballo.
El banco de la nación
y mis conocimientos
sobre travesuras comerciales
no asombran a nadie.
Si me palmearan en la espalda
y me preguntan de improviso
diría sin ponerme colorado:
soy poeta.
Entonces a colocarse en la cola;
con el albañil,
con el matasellos de las sucursales,
con el mozo de café.
Con la suave damita
que ni de reojo me mira,
con el vigilante que sí me mira de reojo,
con el carpintero que no oculta su olor a gomalaca,
con el reglamento que cobro el boleto de distancia.
Todo recorrido termina, insisto y bajo.
Podrán averiguar de mí mucho pasado,
nunca olvido sus caras.
He leído por qué enferman mis vecinos,
por qué la frente distrae sus sonrisas.
Entro a mi casa,
el día menos pensado me voy a mudar.
Busco un rincón con un poco de luz,
todos tenemos un rincón, y libero a los astronautas
a Colón a Tomás Moro
a los proyectos de la capital de la alegría.
Y después en la comida,
sin comer no se puede vivir,
aclaro mi garganta y digo:
¿No trajo la paloma un aletear?
¿No vino un telegrama con saludos?
¿No hubo un llamado con cantos
que incluyan mi nombre?
¿Nadie golpeó la puerta
y dejó un regalo para mí?
Porque espero una visita
hoy o mañana
algún día será.
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en "Poemas de las calles transversales", Editorial Salamanca, Buenos Aires, 1964 / "Ya veremos qué hacer con los crepúsculos. Poesía reunida", vol. I, Lilian Garrido, ed., Biblioteca Nacional Mariano Moreno, Buenos Aires, 2021. En la imagen, Luis Luchi (Buenos Aires, Argentina, 1921-Barcelona, España, 2000) por Ana Portnoy, 1982 (detalle).
(Fuente: Jonio González)
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