El puño
El puño que atenaza mi corazón
se afloja un poco y yo respiro
luz; pero otra vez
se aferra. ¿Cuándo no
amé el dolor de amar? Pero ya no es amor.
Ahora es manía. Me aprieta
como loco, cuelga
de la cornisa del absurdo, antes
de desplomarse aullando en el abismo.
Vos agarrate, corazón. Así al menos es vida.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg
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