miércoles, 6 de noviembre de 2019

Erri De Luca (Italia)




CON LA AYUDA DE HÖLDERLIN


El mes de mayo del noventa y nueve
los belgradenses se hacían los astrónomos
y escrutaban el cielo.
El suelo explotaba, temblaban las piedras
más aún que los viejos, los perros o los niños.
Las bombas de grafito habían cortado la electricidad,
en la oscuridad la fraternidad aumentaba.
«Donde existe el peligro, crece
también aquello que puede salvarnos.»
(Wo aber Gefahr ist, wächst / das Rettende auch.)
El poeta no estaba en Belgrado aquel mes de mayo,
estaba muerto desde hacía siglo y medio,
pero sus páginas sí, se encontraban en mis bolsillos
como arma antiaérea, como salvoconducto.
En la guerra las palabras de los poetas protegen la vida
junto a las plegarias de una madre.
En una guerra los huérfanos y quienes no tienen un libro
están al descubierto.












VALORES



Considero un valor cada forma de vida, la nieve, la fresa,
la mosca.
Considero un valor el reino mineral, la asamblea de las
estrellas.
Considero un valor el vino mientras dura la comida,
una sonrisa involuntaria, el cansancio del que ha dado
todo, dos viejos que se aman.
Considero un valor aquello que mañana no valdrá nada
y aquello que hoy todavía vale poco.
Considero un valor todas las heridas.
Considero un valor ahorrar agua, reparar un par de
zapatos, callar a tiempo, acudir a un grito, pedir permiso
antes de sentarse, mostrar gratitud sin recordar de qué.
Considero un valor saber dónde está el norte en una
habitación, saber
el nombre del viento que está secando
la colada.
Considero un valor el viaje del vagabundo, la clausura
de la monja, la paciencia del condenado, cualquiera que
sea su culpa.
Considero un valor el uso del verbo amar y la hipótesis
de que exista un creador.
Muchos de estos valores no los he conocido.



(Traducción: Fernando Valverde)

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