lunes, 11 de noviembre de 2019

Eloísa Tarreuella (Argentina)


         El que tiene los ojos cerrados



El que tiene los ojos cerrados, solo ve negro. Repite lo que escucha y lo postea en el Facebook: “No hubo golpe de estado en Bolivia”, como dice el titular del canal más popular de los bares porteños.

El que tiene los ojos cerrados, solo se ve a sí mismo en su jaula con aire acondicionado, portero y gimnasio. Espera el verano para irse a Cancún y sacarse fotos en la playa con sonrisa incluida y un trago en la mano.

El que tiene los ojos cerrados dice: “no me interesa la política, todo da lo mismo si yo trabajo todos los días”.

El que tiene los ojos cerrados no se admite de derecha pero disfruta de ver las plazas cercadas y pide mano dura. Nunca leyó una poesía ni le interesa saber de qué se trata, le basta con ver la serie más popular de Netflix y postear alguna palabra en las redes.

El que tiene los ojos cerrados, se jacta de la vida feliz que tiene en su jaula con aire acondicionado, de tener un sueldo a fin de mes en el trabajo más aburrido del mundo pero bien pago y previsible.

El que tiene los ojos cerrados, opina “son pobres porque quieren” cuando camina por un barrio humilde.

El que tiene los ojos cerrados, no ve sombras, ni matices, solo su propio párpado cerrado.

El que tiene los ojos cerrados, no siente sus lágrimas, agua ajena que cae en el muro que no es lluvia, ni tiempo, ni ceniza.

El que tiene los ojos cerrados, dibuja rejas porque la libertad le duele y piensa que los pájaros encerrados desean estar allí. 
 
 
 
 
(Fuente: Poesía y política)

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