martes, 29 de enero de 2019

Ivana Romero, (Firmat, Santa Fe, 1976)


  Eran unos cangrejos sobre fondo verde veronés.



Eran unos cangrejos sobre fondo verde veronés.

Un cuadro raro de Vincent
que a falta de mejores modelos
usó lo que tenía a mano.

En esa época se mudó a un tallercito blanco
en Arlés.

“Te parecerá gracioso que el retrete
se encuentre en casa del vecino”, escribió
a su hermano Theo.

También le contó que colgaría
estampas japonesas en la pared.

Quizás la chica sentada a mi lado sea japonesa.

Tiene el vientre muy abultado y una campera plateada.

Al lado está su madre.

Le acaricia la panza un instante y vuelve a sus cosas,
a la guía del museo que lleva entre manos.

Alguien me dijo que las mujeres se vuelven un poco locas
cuando se convierten en madres.

Vincent también se volvió loco
de amor, de tristeza
de aguda fantasía y desasosiego.

Todos podemos volvernos locos alguna vez.

No estamos a salvo, como esos cangrejos
que ya son arena o piedra calcinada.

Escribo estas cosas
en medio de una mañana color trigo,
tan quieta que casi puedo tocarla
como un vientre grávido que respira profundo.

Vuelvo a respirar
después de varios días a la sombra.

Ahí están tus zapatos negros
para recordarme que viajamos juntos
que eso no pasó hace tanto.

Ya está bien con esto de caminar hacia atrás.

Miro tus zapatos,
pienso que volverás en unos días
y que esta vez no me dará miedo
el silencio de la noche
ni las distancias
ni mi propia sombra.

Tampoco el pasado.

Los cuadros tienen adentro otros cuadros.

Yo no tengo chicos adentro mío
pero sí una tristeza antigua,
envuelta en su capa verde.




(Fuente: Caína bella blog)

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