Mercado de esclavos
En el mercado de esclavos azotado por el viento del norte aquel día, yo
con cadenas en pies y cuello
fui comprado solo
y luego llevado al confín de la tierra
donde ni siquiera florecían las dalias negras
comprado por esos hombres
cantores de cristianos himnos
que gobiernan este vasto mundo civilizado.
Soy un esclavo
y los huesos del esclavo vitalicio
tienen que moverse
como pesadas ruedas oxidadas
en esta alba civilización cristiana.
Sea perro o
buey
puede darle alimento para gallinas.
Era, para mí, una larga
larga ruptura con la humanidad.
Acostumbrada a habitar la tierra tenebrosa
mi cabeza
quedó seca como el trigo.
De noche me acosté en el heno
y conté las estrellas del mundo
una por una.
Eran más dulces que las cañas del azúcar
liberadas del dolor, del vocerío y los látigos de cuero.
Contemplé aquellas estrellitas
remotas piedras frías
hasta que se desvanecieron.
Oh, esclavos
para los hombres amarillos, tan diferentes
esta civilización cristiana
es demasiado cruel para nosotros.
Cuando me desperté
de repente un zapato enorme
pisoteó mi cara como si fuera grava.
“Ya está muerto...
Compra otro”.
Oh, amigos, oh cristianos himnos.
Oh, Merry Christmas.
Compra otro esclavo nuevo.
(Fuente: Asamblea de palabras)
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