domingo, 21 de octubre de 2018
León de Greiff (Colombia, 1895-1976)
Sonatina
Todavía irrumpir, irrumpir otra vez, echar
más favilas al viento,
más guijarros, más lascas, más jacillas al mar,
más sueños al azar,
más azar al soñar,
más líneas de tangencias y de evasión al cavilar.
Todavía irrumpir, irrumpir otra vez, otra vez dar
de beber al sediento,
de yantar al hambriento,
de atesorar al avariento…
Otra vez dar de amar y de yogar al sediento, avariento y hambriento del liento
surco del taladrar, del singlar, del arar, del navegar, del sembrar, del fecundar, del germinar, del cosechar…
Yo siempre digo como siento.
Yo siempre digo lo que siento,
yo siempre vivo como siento,
yo siempre escribo lo que siento,
yo siempre escribo cuando siento cuánto siento, sin cesar, sin cejar,
y siempre con aromas y ritmos, melodías y pasmos del soñar –al azar-,
siempre con ácidos y sales y heces y posos del pensamiento.
Yo siempre escribo lo que siento,
lo que siento o presiento sentir, rudo, hasta muy más –a lo hondo-
del lacerar y el lancinar mi corazón. Y lo que siento y presiento sentir, duro, cuando el cogitar
-pensieroso- hasta muy más –hacia el ápex- del meditar,
del cavilar hecho martirio, lacra, estigma, tormento.
Todavía irrumpir, ogaño. Todavía. Otra vez. Otra vez echar
más pavesas, vilanos, más briznas de bazofias de basuras al viento,
más cenizas y escorias y zurrapas al mar,
más abalorios y falaciosos oropeles y espejismos falenciosos al soñar –al azar-.
Más azar, más albures y suertes, más mitos delusorios y fábulas ficticias al soñar.
Todavía irrumpir, irrumpir otra vez, para dar
de yogar y de amar y se herir, de folgar y extasiar y yacer, al aún turbulento;
de beber, de placer y soñar –pero nunca en jamás le saciar-,
al de solo de ensueños y fervor y furor y de ardor y de amor y de sedes opulento.
Yo siempre siento lo que doy en pensar.
Yo siempre siento lo que doy en pensar.
Yo siempre pienso lo que doy en sentir. Siempre siento
lo que doy –al azar- en trovar e idear, en soñar y ensoñar e imaginar
y, -juglar,
ministril, minnesinger, trovador y poeta-, en fabular…
En fabular y fabular
con heces y color de fantasía, nébulas irisadas de ficción, sombras del divagar;
en fabular y fabular
con ácidos y sales y tósigos y tóxicos y filtros y heces y posos del pensamiento virulento.
Yo siempre siento lo que doy en pensar.
Yo cuento siempre como siento:
como siento y presiento sentir y presentir entre las venas, entre su red tentacular
hasta muy más –en lo profundo- de lo anímico y medular,
y como pienso cogitar, pensieroso-trascendente y soñar, ensoñar y vagar
-infraconsciente- hasta muy más allende (a la cima, a la sima) del befar, del zaherir,
de la locura en serio, del disparate, la bufonada, el esperpento.
Yo siempre pienso como siento,
yo siempre siento como cuento el invento y el intento y el portento del momento.
Todavía irrumpir, irrumpir otra vez, derramar,
emanar, dimanar, y –con ello- aromar. Aromar:
de zábila es, de sándalo, de amomo, la savia que me resta dispender…
Otra vez reverter,
con ello deterger, derruír, corroer: son ponzoñas letales las hieles que me falta propinar,
las hieles que me falta consumir…
Todavía irrumpir, irrumpir otra vez, otra vez irrumpir:
solo cuenta el minuto, sólo vale el momento en movimiento.
Sólo importa el instante del catar:
sólo importa el instante en que se toma, se posee y se goza al pasar:
y el efímero instante catar, saborear, gozar y disfrutar y poseer…
Todavía irrumpir.
Todavía irrumpir. Irrumpir otra vez… No ciar.
Todavía irrumpir. Siempre izar, no amainar.
Todavía irrumpir, irrumpir otra vez. No anclar en el recuento
de fazañas, proezas, de éxtasis y deliquios de dulce memorar,
de capitoso retrotraer,
de deleitable revivir…
Todavía irrumpir.
Irrumpir otra vez. No amainar. No ciar. Jamás anclar…:
menos –al pairo y en carena- enmohecer.
Aún menos, incurrir en el recuento de lo que pudo ser,
ni en el de empeños vanos y fallidos conatos, hechas de delinquir o de perder,
delusorias estancias, aciagas estadías, embaidores mirajes –de sollozo y lamento…-
Todavía irrumpir. No cejar. Todavía irrumpir.
Todavía, todavía irrumpir: si todo ha de finar,
todo de se abolir,
si todo ha de finar, de caducar y de periclitar y de parar
-memento- en el Memento.
Si todo ha de caer
en el no ser,
si todo ha de finar y concluir
en el se ir:
sabio es vivir viviendo a toda hora, toda hora, sabio es vivir, vivir.
Vivir el día ya, vivir al día desde la albada hasta el atardecer.
Vivir al día el día hasta el se echar
en cómodo decúbito y yacer.
Vivir al día el día sin cesar, sin cejar.
Sin cesar, sin cejar y erigir:
y erigir a lo efímero, de lo efímero, con lo efímero, perenne monumento.
Yo siempre vivo lo que siento,
yo siempre pienso como siento, yo siempre siento lo que cuento,
como invento y de intento:
con aromas y ritmos, melodías y pasmos del soñar –al azar-;
como invento y de intento:
con ácidos y sales, heces y posos y ponzoñas del pensamiento…
Como invento y de intento…
Para echarlo a volar y a danzar, a danzar y girar,
para echarlo a danzar,
a danzar y bogar y vagar,
a danzar y volar, parabolar, cabriolear y revolar
con el viento,
con el viento –que es viento para el viento,
por el viento, en el viento…
(Fuente: Caína bella blog)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario