Cierro los ojos y veo una ballena negra, varada
en los colinas que yo podría describir como mi mente:
ese conjunto de rascacielos derrumbados.
desciende por las tuberías, inunda la calle, el barrio, la ciudad,
pulsa mi bomba-sangre llamada corazón,
pulsa mi bomba-lengua llamada “los huesos que se quiebran”
pulsa por el flujo oscuro, el multiverso, las células enfermas,
pulsa por el jazz de Coltrane y los beats de Lamar,
pulsa por cada una de mis historias derribadas.
Veo hundirse mi ligerísimo delirio, como un bote de remos.
“El chico era bueno, pero la ciudad estaba loca”.
(Fuente: Poesía.uc.edu.ve)
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