viernes, 17 de noviembre de 2023

Rolo Martínez (Buenos Aires)

 

A V A L A N C H A
 
 

​Tengo el autógrafo
de un dios falso con pies de barro
colgado en la pared que nos separa.
 
Tengo un helicóptero dentro
de una habitación.
 
Es como vivir debajo de una cascada
que convierte el carrusel
en un tren fantasma.
 
Moriría por escribir un puto verso que funcione
para olvidarlo por completo cuando al fin lo leas.
 
Me encanta ver cómo se desata el caos.
 
Lleno de cicatrices.
 
Con ojos que incendian las cosas que miran
hasta quemar todo el paisaje la lluvia y el horizonte.
 
Atrapado bajo la avalancha de sus ojos inescrutables.
 
Cómo si su corazón hubiera muerto en un incendio.
 
En el momento en que te comen los demonios.
 
El poeta de la lujuria hace poemas
que parecen orgasmos.
 
Frases que se cogen a las palabras.
 
Estuve en el país de tu piel y era el infierno.
Nada de purgatorio ni paraíso. Todo era fuego.
No existía dios ni las nubes blancas.
Solo sangre como rosicler del horizonte.
Un horizonte que nunca se alcanza.
Estuve en el país de tu boca
y todo era temporal. Tormenta diluvio. 
 
¿Acaso mis palabras no saben lo que es el silencio?
 
Ella frota lámparas y pide deseos.
Persigue estrellas fugaces.
 
Tiene una mirada en los ojos que es como una canción
que llega al alma del que la escucha.
 
Una canción que te noquea como si fuera Mike Tyson.
 
Tantos ojos nadan en la misma lágrima.
Tantos ojos se ahogan en la misma lágrima.
 
Quiero tocarla en lugares donde solo la canción
y la poesía pueden llegar. Tocar su mente con palabras.
 
Por contar las gotas de lluvia
me hundí en un charco de tristezas.
Por intentar contar las estrellas
tropecé con la noche más solitaria.
 
Tus fuegos artificiales no alcanzaron
para quemar mí corazón.
 
Si alguna vez un rayo te calo hasta los huesos
hay muchas canciones que te harán llorar.

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