las palabras y las cosas
Visitamos, María, un país ajeno
ahora que sabes leer.
No hay cartel que no infrinja la aduana de tus ojos:
«Bistro Viena» «Muzeul de Istorie» «Anticariat»
Vas deletreando el mundo con sorpresa,
cansada y balbuciente mientras fundas
una antigua ciudad por la palabra.
«Sa-tu / ma-re» «Ba-ia / ma-re» «Stru-del / me-re»
Sentirás en el cuerpo el desengaño,
que es un arco tendido
entre el verbo y la idea,
lo arbitrario que anuda los nombres a las cosas
en futuros destinos que te aguardan.
¿Qué nos dice una imagen acústica de un sueño?
¿De la risa? ¿El silencio? ¿Las mentiras?
¿De un perfume?
¿Del color azafrán?
«Biserica» «Patimilor» «Catedrala»
De la mano cruzamos las esquinas de un idioma extranjero.
No basta un alfabeto
para encontrar sentido.
***
(Fuente: La comparecencia infinita)
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