miércoles, 26 de febrero de 2020

Jack Kerouac (Estados Unidos, 1922-1969)


Poema sobre el Doctor Sax 

 

 

En sus años declinantes el Doctor Sax era un viejo vago viviendo
en hoteles destartalados ubicados en los ruinosos alrededores
de la calle 3 en SF. Él era un anciano genio de locas melenas
a quien el pelo le crecía de las fosas nasales, como el pelo
que le crecía de la nariz a Aristadamis Kaldis el pintor,
y tenía cejas extendidas, de una pulgada, como las
cejas de Daisetz Susukio el Maestro Zen de quien
se ha dicho que cejas de ese tipo tardan toda
una vida en crecer tan largas y de ese modo
representan al arbusto del Dharma que una
vez que echa raíces es demasiado fuerte
para arrancarlo con las manos o con
un caballo

Que esta sea una lección para todas aquellas
chicas que se depilan las cejas y para
ustedes (también) jóvenes cantantes
del coro que acaban detrás del
monumento
en la catedral
de San Pablo
("gritándoles a sus madres
en hogares lejanos
Mater Mía, estáte en casa
para la Pascua")

El Doctor Sax maestro conocedor de la Pascua
reducido a sus penurias se contentaba
mirando los vitreaux de las viejas iglesias
Sus únicos 2 amigos en esta vida, esta imposible
vida dura en la que no importan las condiciones
en las que se manifiesta, eran Bela Lugosi y Boris
Karloff, quienes una vez al año atravesaban
con sus cabezas gachas
las brumas del atardecer
para visitarlo en su habitación
de la calle 3,
mientras las campanas de San Simón tañían
las tristes notas de "Kathleen"
música dolorosa que flotaba
sobre los techos de los viejos hoteles
donde otros viejos similares al Doctor Sax
se sentaban en las camas del
dolor inclinando sus cabezas
con sus rosarios en los pies,
Oh, gimiendo
por los hogares para las
palomas perdidas
o la blanca paloma
del
tiempo
inmemorial
de
las rosas
de
la no nacida
felicidad
del asombro

Y ahí Sax y Bela se sentaban en la pequeña habitación
Sax en el borde de su cama con una botella de vino
malo en su mano, Bela en la vieja mecedora y Boris
permanecía de pie a un costado del lavatorio
y suspiros
Entonces Sax decía lo de siempre
"Por favor hagan de monstruos para mí"
y por supuesto los viejos actores que lo amaban
profundamente y lo venían a visitar por una humana
tierna sentimentalidad -ninguna monstruosa razón-
protestaban, pero él se emborrachaba y
lloraba Boris entonces era el primero: extendía los brazos
y hacía de Frankenstein ¡FUCK!
luego Bela se ponía
de pie estiraba su capa ensayaba su mirada
maliciosa y se aproximaba a Sax que como de costumbre
chillaba asustado



(Fuente: Asamblea de palabras)

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