lunes, 15 de abril de 2019

Marco Antonio Murillo (México, 1986)



ALFABETO DE PÁJAROS
(Fragmentos)

 

 

escucha el canto entre los dos umbrales: uno ávido de aves lejanas, extiendes la mano y su alfabeto es inasible; otro, más cercano al sueño de tus pies, está lleno de pesadas aves, sus plumas han encontrado en la tierra un pequeño rincón de pereza. Yo prefiero imaginar la quietud de estas al vuelo de aquellas otras. Su canto es el sonido de las cosas que hunden sus alas en la tierra. El canto del cuerpo apenas toca el aire, aletea, y dibuja contra la arena la pesadez de las sombras o la levedad de la luz.
pájaros en la mano. No los que surcan las Antillas en continua migración o reman años-ala más allá de las nubes, nubarrones como islas recién descubiertas; sino pájaros de papel, recortados con tijera, pegados a la piedra pómez en bandada o en fila. Son versos, vastas líneas sobre el alfabeto terrestre; se doblan se extienden musicalmente como un acordeón. Pájaros, no las grandes aves corredoras de plumas averiadas, sino el zorzal que se arranca de las pinzas del aire, pequeño cuerpo por la brisa disecado, puesto a girar sobre el cuadrante de una brújula de bolsillo.
pájaros. Los he visto extender las alas anchurosas. Los he visto ampliarse más que el canto del gallo que despierta al pueblo, o las aves migratorias, ligeros pilotos que miran en cada ciudad iluminada la guía de sus propias constelaciones. Pájaros. Abren sus alas y son más anchas y pesan más que mi canto.



DISCURSO SOBRE LAS BALLENAS

 

Destrozada a golpes por los colores de la tormenta,
un pedazo de madera de junio emerge
y extiende sobre el aire húmedo sus islas volcánicas,
no quema este ancho mar, no quema la espuma que brota
…..de la espalda, busca
sin embargo el silbo el canto el olfato el atisbo y luego
…..el incendio
bajo las aguas: así es su amor,
como cuando niños descubrimos lo poderosos que
…..son los sonidos del mar,
amor que pesa
en la nota que dejó hace días un ahogado y que ahora
…..vuelve
a su extraño país monocorde, amor
la muchacha del muelle, preñada
la boca de historias y cuentos sobre enormes peces
…..y mandrágoras,
fue ella quien amó a todos extensamente
en el lento flotar de diferentes luces y profundidades,
fue ella quien habló de las ballenas,
manchas de petróleo que se hunden y ensanchan
las vocales del abismo
en el océano, tierras sumergidas en una sola mirada,
una ballena, dijo mientras
se vestía, una ballena es todo el Mar
de los Sargazos, nadie sabe dónde habitan o qué lentitud
gobierna el pesado canto que extiende el oído sobre la
…..superficie,
para quien la divisa, la ballena es una casa
en medio del camino entre dos mares, la tierra y la lengua
no son hogar,
nido de pájaro en el mástil
es este oficio de hundirnos en el olor de la marea, ahora
que no escucho más, que no sueño los brazos de esa mujer
…..de boca extensa,
sé que no existen las ballenas,
sé que esto que miro es sólo una enorme tabla del naufragio
…..que es junio,
pero sé que ella existe
y sus muelles y su cuerpo
y su costa preñada en la que anclábamos por sus historias,
las ballenas no son casas en mitad del mar, ella sí:
arpones, pedazos de un coral madreperla,
mascarones de proa, madera de raras canoas, collares, oscuras
…..riquezas habían en su voz
y sus labios como un húmedo y abierto almacén.



VUELTA A LOS HOSPITALES DE ULTRAMAR

 

Cerca del agua, oye soñar a los muertos; eso ya les impide dormir.
Gastón Bachelard

1

Cerca del agua se levanta el hospital. Los años y el sol del Caribe le han dejado un denso olor a lluvia y salitre. La luz del sol entra débilmente, pero aun así alcanza a extender su marea a cada una de las habitaciones. La mujer que despierta con esta luz la compara con el tesoro de una pesada fiebre; a la que descansa le recuerda una sombra maternal. En uno de los muros interiores, borrosamente, se haya una pintura: Ofelia. El visitante que la ve, imagina una sombra que duerme en la liviandad del sueño.

2

Poco o nada se sabe de este lugar. Allí pasan sus últimos días nuestros fantasmas de juventud: mujeres que encendieron las noches en altamar, o que hicieron de la vida un brevísimo temblor; mujeres de mirada lechosa. La única belleza que les queda es su enfermedad. A las habitantes del hospital se les desgrana la memoria como una paciente lepra. Para retrasar este efecto, los enfermeros les leen novelas sobre el mar. Entonces, alguna de ellas despierta, pregunta qué día es hoy, da gracias a Dios por un arribo a puerto sucedido hace años y balbucea los restos de una canción lejana. Sin embargo, en medio del asombro de los enfermeros, pronto vuelve a su abismo.

3

Hospitales: la piedad del sueño es la claridad de sus habitantes. El sonido del agua por las tuberías es el único testamento que el sitio recoge del mar. Los visitantes lo comparan con un barco hundido, una tumba submarina donde lo perdido descansa en su asfixia, a salvo de la vida y de la muerte. Para ellos, es fácil confundir el espectro del pasado con aquella imagen de Ofelia; pero ésta no recuerda la juventud perdida, destruye la realidad del sueño.


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