domingo, 14 de abril de 2019

Marco Antonio Murillo (México, 1986)



PACIENCIA DEL CLAVADISTA

 

Los peces no sueñan,
son los seres más profundos del alma,
nadie puede tocarlos…

Pasar del sueño al sueño del agua no es tarea de un pez, sino del clavadista que salta y se sumerge. En silencio, sabe que bajo sus pies descalzos se extiende un manantial de fábulas, pero ignora que en la última sílaba del salto quien observa y escucha romperse la quietud del agua es el verdadero alquimista de la imagen. Por ese instante de vigilia donde el agua abre sus brazas y es como un jardín sumergido, el clavadista salta y devuelve a la distancia todo el aire que este día ha tomado.
Al hundirse en la piscina espera que al otro lado de su asfixia, el sueño, como la superficie del agua, permanezca intacto.


A ORILLAS DE JUNIO, UNA PALMA

 

Sus raíces se afianzan
sobre rocas y arena.
Crece el tronco,
los anillos indican
la edad de los naufragios
y el tiempo en que las tortugas
ovarán de nuevo
bajo su sombra.
Las ramas dan frutos,
señalados
por la intermitencia
de lluviosas estaciones.
Frutos amarillos
cargados de un agua extraña, dulce;
mar adentro,
flotarían como boyas perdidas.
Durante los veranos,
el aire recio agita las ramas
y hace sonar las hojas
como si fueran parte del agua:
…..Mar de ramas azules, olas
…..que al chocar, de pronto, son verdes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario