martes, 18 de diciembre de 2018

Walt Whitman (Estados Unidos, 1819-1892)


¡Oh capitán!, ¡mi capitán!...

 

¡Oh capitán!, ¡mi capitán!, nuestro viaje terrible ha terminado;
el barco ha sufrido todas las embestidas, el premio que buscábamos está ganado;
el puerto está cerca, oigo las campanas, el pueblo que te aclama,
los ojos siguiendo la quilla impertérrita, la nave imponente y audaz:

              Pero ¡oh corazón!, ¡corazón!, ¡corazón!
                 Oh las sangrantes gotas rojas,
                      allí donde en el puente yace mi capitán,
                          tendido frío y muerto.

¡Oh capitán!, ¡mi capitán!, levántate y escucha las campanas;
levántate –por ti es izada la bandera? por ti trinan los clarines;
por ti ramos y coronas encintadas –por ti las playas apiñadas;
claman por ti, la ondeante muchedumbre; sus rostros ansiosos volteándose;

              ¡Bueno capitán!, ¡padre mío!
                 Mi brazo bajo tu cabeza;
                      es un sueño que en el puente,
                          estés tendido frío y muerto.

Mi capitán no responde; sus labios están pálidos e inmóviles;
mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso ni voluntad;
el barco ha anclado sano y salvo, su viaje cumplido y terminado;
del viaje terrible, el barco triunfante regresa con su objeto ganado.

              ¡Playas, alegraos, y repicad campanas!
                 Pero yo, con pasos tristes,
                      recorro el puente donde yace mi capitán
                          tendido frío y muerto.






(Fuente: Asamblea de palabras)

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