domingo, 30 de diciembre de 2018

Reynaldo Jiménez (Perú, 1959)


Profusos y distraídos
 
a
 
Nos veremos en Carbono Catorce del Real
Con enterito de mónada nos vestiremos
Diremos el plural fue corte y confección
El panorama anormaromáticamente
El Sin Peso ajeno este bigote atusará
Nos oleremos de tan cerco que ni estrechos
Ni cuaderno de florales rigores
Ni entrepierna sempiterna
Del crujir internando al insecto aquí presente
 
b
 
Nos sabremos la deshuesada memoria melodía
Con la contención de ultrazules ecos dentro del negro
A través de la muralla joyesca de ojos orejas agujeros
Por donde secuestrarse a la razón de melodía
En laberinto pulsátil daría igual la tal
Diferencia semejante hacia las partes paranatales
Encuentro al ras de usura con las auras

Difusas hojas de amorfo nombre distraídas





No sé tu sino
 
No sé tu sexo sino el desliz
Sino perdidizo no sé tu eco
Si no es tu eco será el rocío
El ocio minucioso del minúsculo
trastorno intercambiar en carne
propia la pulpa recién despierta
Postrimerías de la jugosa noche
Pronto albor no abolirás la máquina
de filtrar este parloteo de gotas
Ser el gotero el recipiente pendiente
de tu lóbulo ola del ardor la bocamaga
No sé mirarte ni confiarte estas secretas
Adonde cicatrizan dibujos más que ajustar
Dama de lotos del códice pasajero me inclino
en la veranda del vermut donde se junan lobos
Sin espaldas en lodo cada recodo de bobera triza
el ocular globo oculta ahúma suma confitura al recoveco
Cada eco que inclínase hace nacer al abismo
Transparencia don de la estrella
Al remontar a Venus por el lomo

Pendiente de tu hombro de cruda
 
 


Traductor
 
a
 
La transparencia del estrato.
Deja que suceda. Deja que duela.
Oh inflorescencia del junar,
la perpetua cacatúa te apronta
y de punta los velos dispone,
a punto de lugar fugaz.
Los guijarros lunares. Maquinar,
máscara de atormentarse maravilla.
La luciérnaga áurea, prismática,
traslúcida minera de esa gotícula
en su prisión primera de palabras,
párpado gótico de diosajes
que jamás escuchan o no atienden

todavía. Y cuando llamas mucho más.


b
 
La cuarta persona ni plural ni singular
se atenía a las consecuencias de una putrescencia
u omniforma: astro en amnios y sin centro,
con la misma comisura de pregunta hacia la boca
presunta del desmadre
en desarmaderos del silencio. Llevaba
por destino cierta cola y en cuatro
en su pura ley de disolvencia, se le mezclaron
las edades con las metas y a punto del desafuero
se encontraron consigo las demás personas. “Me
volvería margen a imagen de su neta
energía si emergiera, mera, todavía…”



c
 
La espesura natal se desbroza
en una algarazara de alborotos
que rasgan el vestido de luces
bajo el apronte del Ápeiron,
con los hormigueantes
montículos del minuto.
Plus ultra de los bichos
que supimos hacernos
consagrar, tatuajes del filo
reúnen tal deseo con su muesca,
a medida que desmadran impelidos
de furor los sanguíneos velocísimos,
infusos en supina podre,
los élitros en modo fasma,
a través del aún caliente movimiento
que nos junta de cuajo en el diamante
recién escapado larva de su abertura. Y
acuso recibo todavía del escarpe despiadado.
 
 
 
 
 
 
(Fuente:  Sol Negro blog)
 
 
 

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