sábado, 1 de diciembre de 2018

José Kozer (Cuba)


EL PERFUME DE TU-LIANG


Ríos Chen y Wei en paralelo juntan sus aguas
meridianas, la crecida
inunda tierras de
Tu-liang, perfumadas
por la flor que expulsa
el Mal imbuido de
nuestras secreciones,
a la espera del conjuro
de las hechiceras
centenarias (llegan
cabizbajas de varios
milenios, ya revés
del Tiempo) de
Chêng.

Nos inclinamos a recoger ramilletes a veces brazadas
de plantas medicinales
que sólo tienen su
paralelo, contrapunto,
a Oriente de la isla de
Cuba (hoy por hoy
inencontrable): nos
acercamos temblando
de ojos bajos (gachos)
a las hileras de a dos
en fondo de las jóvenes
del pueblo que representan
a la nación: hincamos la
rodilla izquierda y sin alzar
la vista colocamos a ciegas,
apenas sin tener que tantear
los espacios que median
entre nosotros, un tallo
de seis hojas acorazonadas,
un capullo que nunca se
abrirá, y una flor a punto
de secarse, todo cabe en
el ojal del vestido de la
Escogida. Sus carnes
huelen en adelante a
pócimas, cataplasmas,
precisas posologías, la
imposibilidad de
sobrevivir para alcanzar
la Tierra Prometida
(evidente que nos
referimos a la ultraterrena)
quedarnos para siempre
robustos de Dios cantando
sus preces: la amiga se
arranca del ojal la
imposición vegetal que
tira y pisotea a su lado
izquierdo declarando
su reprobación.



IMAGO MUNDI I, de José Kozer

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