Navidad del ausente
Yo sé que allá, a esta hora, alguien
habrá desempolvado el pino pascual de la infancia
y encenderá las falsas estrellas de su copa.
Y sé que alguien bebe y oscila
al mortecino compás de un vals peruano
agitando el orden familiar de diciembre.
Estará servida la mesa y en torno a ella
las cabezas no se volverán para ver cómo llego
hasta el convite y tomo mi puesto de hijo mayor,
y canto, y me embriago, y rompo el silencio
con algo más ardiente que una tarjeta postal.
Les diré: «Feliz Navidad», como si les dijera:
«Retorno siempre», porque amo esa paciente quietud
donde el tiempo sin prisa labra pausadamente
la dicha en el envés oculto de la penuria.
Yo sé que allá, a esta hora, alguien
como un ave a mi encuentro remonta las distancias
y me recibe alegre, alegre.
y encenderá las falsas estrellas de su copa.
Y sé que alguien bebe y oscila
al mortecino compás de un vals peruano
agitando el orden familiar de diciembre.
Estará servida la mesa y en torno a ella
las cabezas no se volverán para ver cómo llego
hasta el convite y tomo mi puesto de hijo mayor,
y canto, y me embriago, y rompo el silencio
con algo más ardiente que una tarjeta postal.
Les diré: «Feliz Navidad», como si les dijera:
«Retorno siempre», porque amo esa paciente quietud
donde el tiempo sin prisa labra pausadamente
la dicha en el envés oculto de la penuria.
Yo sé que allá, a esta hora, alguien
como un ave a mi encuentro remonta las distancias
y me recibe alegre, alegre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario