Oda al Espantapájaros
Yo te amo, Espantapájaros, como te amé de niño:
con asombrado amor.
Amo tu indiscutible militancia en el trigo.
Gigante de la albúmina.
Porque sin ti la harina no diera su blancura
ni el maíz su fragante sonrisa iluminada.
¿Qué sería del pan sin tu presencia,
oh mudo capitán de las espigas?
¿Qué sería, di hermano, de la avena,
sin tu esplendor raído?
Pues que a imagen y semejanza
del hombre has sido creado,
crecerás victorioso como el hombre en la tierra.
Oh almirante del alba;
abuelo inigualable de la pajarería;
gigante de la albúmina,
capitán de la espiga.
Todo pasará
…y todo pasará
Y yo estaré contigo en la mañana
de las reconstrucciones.
Sí. Estaré en Zacapa
y estaré en Chiquimula;
estaré en todas partes
por donde la muerte anduvo
desalojado la esperanza.
Yo estaré ahí para hacer
la sangre náufraga de los ladrillos muertos.
Para enjugar la última lágrima vertida.
Estaré allí para borrar con mi frente los escombros
y los recuerdos inútiles.
Y seguiré naciendo definitivamente…
Y seguiré cantando definitivamente…
Con guitarras sencillas populares y humanas
Cual las canta mi pueblo.
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