lunes, 9 de septiembre de 2024

Amos Oz. (Jerusalén, 1939 - Tel Aviv, 2018)

 

«Cuando era pequeño, quería crecer y ser libro»

 

 

 

Lo único abundante en casa eran los libros: había libros de pared a pared, en el pasillo, en la cocina, en la entrada, en los alféizares de las ventanas, en todas partes. Miles de libros en cada rincón de la casa. Se tenía la sensación de que si las personas iban y venían, nacían y morían, los libros eran inmortales. Cuando era pequeño, quería crecer y ser libro. No escritor, sino libro: a las personas se las puede matar como a hormigas. Tampoco es difícil matar a los escritores. Pero un libro, aunque se lo elimine sistemáticamente, tiene la posibilidad de que un ejemplar se salve y siga viviendo eterna y silenciosamente en una estantería olvidada de cualquier biblioteca perdida de Reykjavik, Valladolid o Vancouver.

Fragmento de Una historia de amor y oscuridad.

 

(Fuente: El hombre aproximativo)


 

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