Cuatro Poe mâs
Cuatro Poe mâs
Martilleo con la mano
encima de la piedra que es
mi nombre. Y la memoria,
hasta que tú la nombras:
curioso cataclismo de ambiciones.
No quiero ser Quevedo
ni Lope
ni Unamuno
ni ninguno de vosotros.
Ser eso me cansaría
y me haría sentir arrepentido
de tantas vidas i n ú t i l e s
y de tantísimos pecados.
La única guerra no prohibida, dijo el poeta,
sería la de amor y entrega
a los amores. Pero ya se sabe
que algunos poetas desvarían
y escriben verdades
como puños v a c í o s
e iguales al desencanto
si las miras
o las tomas
en serio.
Me voy a consolar a las 8, 30
en la iglesia de los desamparados,
porque, según el padre Agapito,
ahí es el único lugar donde
se puede acoger a un ser maldito
siendo inocente,
o a una persona condenada a muerte
no queriendo haber nacido.
-Nonudra-
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