domingo, 17 de marzo de 2019

Edgar Lee Masters (EEUU)


Robert Fulton Tanner



Si un hombre pudiera morder la mano gigantesca
Que lo atrapa y lo destruye,
Como yo fui mordido por una rata,
Aquel día en la ferretería,
Mientras explicaba mi trampa patentada.
Pero un hombre no puede vengarse
De ese ogro monstruoso, la vida.
Entras en la habitación, eso es nacer:
Después tienes que arreglártelas con tu alma,
Ajá, el cebo que anhelas está a la vista:
Una mujer con dinero con la que quieres casarte,
Prestigio, posición o poder en el mundo.
Pero hay que trabajar para eso, hay cosas que conquistar-
Oh sí, los alambres que rodean el cebo.
Por fin lo consigues, entonces escuchas pasos:
El Ogro, la vida, entra en la habitación,
(Te estaba esperando y oyó saltar el resorte)
Para verte morder el estupendo queso,
Clavando sus ojos ardientes en ti,
Con el ceño fruncido, riéndose, burlándose y maldiciéndote,
Mientras corres arriba y abajo por la trampa,
Hasta que se harta de tu miseria.



Versión: Isaías Garde




Robert Fulton Tanner


If a man could bite the giant hand
That catches and destroys him,
As I was bitten by a rat
While demonstrating my patent trap,
In my hardware store that day.
But a man can never avenge himself
On the monstrous ogre Life.
You enter the room that's being born;
And then you must live work out your soul,
Aha! the bait that you crave is in view:
A woman with money you want to marry,
Prestige, place, or power in the world.
But there’s work to do and things to conquer—
Oh, yes! the wires that screen the bait.
At last you get in—but you hear a step:
The ogre, Life, comes into the room,
(He was waiting and heard the clang of the spring)
To watch you nibble the wondrous cheese,
And stare with his burning eyes at you,
And scowl and laugh, and mock and curse you,
Running up and down in the trap,
Until your misery bores him.



(Fuente: Biblioteca Ignoria)

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