jueves, 28 de marzo de 2019

Alfonsina Storni


  Balada arrítmica para un viajero




Yo tenía un amor,
un amor pequeñito,
y mi amor se ha ido.
Feliz viaje, mi amor, feliz viaje!
No era muy grande mi amor:
no era muy alto;
nunca lo vi en traje de baño;
pero debía tener un cuerpo
parecido al de Suárez.
Mejor dicho, al de Dempsey.
Tampoco era un genio;
se reía siempre, eso sí;
le gustaban los árboles;
acariciaba al pasar
a los niños.

Yo le hubiera regalado
un arco
para que volteara estrellas...
Pero tuve miedo
que alguna
te cayera en la cabeza, lector:
son tan grandes!
Anoche mismo se fue;
tomó un vapor
que medía una cuadra:
demasiado extenso para él;
no es un gigante.
Ahora lo veo pequeño al buque,
muy pequeño;
me parece, solamente,
una lanzadera
de máquina de coser
temblando en el filo
de una montaña movible.
Senor camarero,
señor camarero del vapor:
hágale usted una gran reverencia
cuando lo vea pasar,
estírele bien las sábanas de la cama,
despiértelo con suavidad.
Señorita viajera:
usted, la más hermosa del barco:
mírelo a los ojos con ternura;
dígale con ellos cualquier cosa:
—Me casaría con usted ahora mismo.
O si no —Vamos a tomar
juntos el té.
Y usted, señor Río,
no sea imprudente;
pórtese como un caballero
con un hombre que sueña;
necesita cunas,
aun cuando sean de agua.
No he visto nunca 
en el Río de la Plata
peces voladores.
Si hay alguno que no vuele:
no le gustan los peces,
y menos si tienen alas.
Mañana llegará a un puerto,
junto al muelle se parará el vapor:
Oh señor Buque; oh estuche
en que mi pequeño amor
hace de diamante:
no trepide mucho al atracar,
no dé brincos!
Él bajará la escalerilla
cantando un foxtrot.
Siempre canta un foxtrot.

Llevará un traje gris
y un sobretodo azul marino.
No se los manche, usted, por Dios,
Señor Buque:
mi amor es pobre...

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