POESÍA NO HACE POETA
Es un milagro.
Pero los milagros no existen.
Los misterios pueden revelarse.
Es una manera de estar solo,
que estando acompañado ¿se va?
Es una manera de estar en el mundo.
Pues entonces, si fuera este otro mundo?
Bueno, corrijo, es una manera de ser, en este o cualquier otro sitio.
Uno puede ser alto o bajo, perverso o sumiso, impuntual, pulcro, terco, organizado, pero uno no puede ser poeta.
Puede sí dedicarse a escribir lo que cree que es poesía, pero ser poeta mmmm… La etiqueta de poeta siempre la ha puesto el lector y la crítica, pero existe el tal llamado poeta? ¿Y qué es lo que hace?
No lo sé. Se confunde el concepto con la actividad expresiva de personas tristes, melancólicas, con deterioro de la salud mental, con los excéntricos, los ermitaños, los bohemios, sometidos al encierro, humoristas, revolucionarios, sin poder adquisitivo, en buena posición económica, alcohólicos o adictos a todo tipo de vicios, religiosos, ateos, agnósticos, filósofos, filólogos, ontólogos, un extenso etcétera.
Digamos entonces que es una manera de ser de personas extremadamente más sensibles que el resto.
¿Ahhh, y que pasa con los psicópatas, los que no conocen la empatía, los criminales?
No lo sabemos. Ha habido poetas, quiero decir, excelentísimos escribidores de poesía que claramente canalizaban lo delictivo en la escritura. Un tipo de sensibilidad por el mal, pero sensible al fin. La belleza de lo oscuro.
Luego, la sensibilidad por el bien y por el mal no nos asegura un escribidor de poesía. Sensibles somos todos. Ha de haber algo más.
Y eso es una incógnita.
Las incógnitas se despejan.
Es un enigma.
Un enigma puede resolverse y explicarse. La poesía no.
Es un problema. No.
Es una enfermedad. No.
Es una ilusión. No.
Es una elección. No.
Es una fe. No.
¡Entonces qué es!
¡Entonces qué es!
¡Entonces qué es!
No lo sé. No lo sé. No lo sé.
Sin prisa sin pausa
Chivilcoy, Buenos Aires, Argentina
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