sábado, 11 de enero de 2020

Santiago Vizcaíno (Ecuador, 1982)


De profundis

                                                 A Kevin Carter



He venido del lugar donde el fuego es como el triste movimiento del tilo.
He caído como el guijarro que tenía dirección de tórtola.
He dormido bajo la sombra de un algarrobo yermo.
Y ya no tengo la amargura del primer día.
Ya no tengo la visión del vagabundo sobre la arena.
Mi antigua habitación me espera con su vientre como una caracola.
Hay abandono hasta en el agua que bebo,
pero no puedo olvidar mi promesa,
mi ambición de retratar el dolor del loto.

Tengo miedo de esta ciudad como un niño abandonado en el parque,
como el último lobo del páramo que mira la madrugada y se acuesta.

Tengo miedo de las mujeres y sus lunares como ojos.
Tengo miedo de pedir perdón al caminar.

He venido con la piel pegada al hueso de mi nuca.
Llevo el hambre como el canguro a su cría.
Me alimento de venados descompuestos.

He venido desde un valle árido que se acalambra con la luz del día.
Juego a ser un habitante más,
un refugiado del sol.
He venido con el murmullo de mi juventud a cuestas,
pero tengo miedo de los rostros que se acumulan
para mirarme como un animal exótico.

Estoy tan solo que ni el suicidio sería un gran acontecimiento.
Solo como un búho herido,
como la yegua que se muere al parir,
como el buitre que mira a su alimento que es una niña,
como la niña que no mira al buitre.

He venido.
Y tengo el consuelo de los desesperados.



(Fuente: El hombre aproximativo)

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