jueves, 23 de enero de 2020

Albert Tuges (España, 1947)



Estrategias para brindar en el cementerio



Con tantas flores en la boca, es imposible hablar y brindar, señala la novia muerta.

Por otra parte, ella no puede florecer si no tiene flores frescas en la boca.
El novio le extrae algunas de las flores, aquellas que ya se han marchitado. Merced a este vacío alrededor de las flores frescas, pueden hablar de sus cosas y brindar otra vez con un botellín de champán.
Ella bebe de la copa de cristal a pequeños sorbos, para que las flores no se mojen con el champán. Un poco de lluvia y agua de la fuente refrescan más las flores frescas.
Las flores que nacen en el cuerpo de la novia muerta, sólo necesitan un lugar de luz, unas gotas de lluvia y el eco del sonido de las palabras ausentes.

Y que alguien, de vez en cuando, corte les flores marchitas de la boca y abra un hueco entre las flores frescas para que el brindis sea bien aprovechado, y que no gotee la copa de champán fuera de los labios de la novia muerta.

De todos modos, no se pierde nada. Si alguna gota resbala burbujeando y se escapa al suelo, al día siguiente habrá en la tierra otra flor al lado de los labios de la novia muerta.
Ella, también, por delicadeza perdió la vida. La hojas y las flores lo adivinan, se inclinan sobre sus labios y perfuman el silencio. Las palabras ausentes repican en árboles y rocas. Resuenan más allá de los bosques, y los pájaros las cantan en el mar.




(Fuente: Poesía de El Toro de Barro)


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