P̴O̴E̴M̴A̴
P̴O̴E̴M̴A̴
Escribo:
𝑬𝒏 𝒍𝒐 𝒑𝒓𝒐𝒇𝒖𝒏𝒅𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒏𝒐𝒄𝒉𝒆 𝒄𝒂𝒍𝒍𝒂𝒅𝒂
𝒀 𝒍𝒂𝒔 𝒔𝒐𝒎𝒃𝒓𝒂𝒔 𝒔𝒆 𝒂𝒎𝒐𝒏𝒕𝒐𝒏𝒂𝒏
𝑺𝒐𝒃𝒓𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒄𝒐𝒔𝒂𝒔 𝒚 𝒍𝒐𝒔 𝒔𝒆𝒓𝒆𝒔...
Releo lo escrito.
Es un ejercicio inútil de retórica vacía.
Maleza mojada
que no sirve ni para fuego
ni para cubrir el techo de una casa.
Tacho lo escrito:
E҉n҉ ҉l҉o҉ ҉p҉r҉o҉f҉u҉n҉d҉o҉ ҉d҉e҉ ҉l҉a҉ ҉n҉o҉c҉h҉e҉ ҉c҉a҉l҉l҉a҉d҉a҉
҉C҉u҉a҉n҉d҉o҉ ҉e҉l҉ ҉v҉i҉e҉n҉t҉o҉ ҉u҉l҉u҉l҉a҉ ҉b҉o҉c҉a҉ ҉a҉b҉a҉j҉o҉ ҉
҉Y҉ ҉l҉a҉s҉ ҉s҉o҉m҉b҉r҉a҉s҉ ҉s҉e҉ ҉a҉m҉o҉n҉t҉o҉n҉a҉n҉ ҉
҉S҉o҉b҉r҉e҉ ҉l҉a҉s҉ ҉c҉o҉s҉a҉s҉ ҉y҉ ҉l҉o҉s҉ ҉s҉e҉r҉e҉s҉.҉.҉.҉
Y entonces me pregunto
¿dónde está el poema?
Yo no lo veo.
Muestro lo escrito a alguien.
Lo lee con desgano.
Se incomoda.
Tampoco lo ve.
Desalentado
sin saber ni tener
a quién acudir
--un signo vacío
es el dios del poema--
te pregunto a ti
cansado lector
mon semblable:
¿Puedes verlo acaso tú?
¿Eres tú capaz de verlo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario