martes, 28 de junio de 2022

Francisco Mejía (Colombia, 1954)

 

FANTASMAS DE HOJALATA

Francisco Mejía / Por: Verónica Villegas

 

 

 

HABITANTES ADVENEDIZOS

EL INTERMEDIARIO DEL TINO

 

Qué diferente la mirilla fotográfica

a la mira del fusil,

cuando una bala o una luz son disparadas,

desaparece el hielo de la imagen

el instante se derrite en explosión.

Pero llevar esa tumba blanca,

velada, por el sepia de los años,

es como la foto disparada del fusil,

con el zum de la certeza

a la diana del tiempo.

Y comienza el final del deshielo:

el ojo que mira por la hendija

la muerte en vida sin retorno

así no baste la reja,

y ni siquiera el ojo del mago.

 

 

BATALLA DE LOS DESEOS

CATEDRAL SALINA

 

Te encuentro en la marisma del estío

a distancia norte de mi hielo

atrapada entre soles y ahogada,

en un olor de caracol nocturno.

Abarca mi pez con tu boca de pez

el deseo de mi lengua atiza

el fuego bajo de tu antorcha grieta.

Dos manzanas lustrosas

sobre la sábana de arena,

me hundo en tu boca

catedral de sal,

tu ostra calcada me dibuja.

 

 

EL LABERINTO

 

Recuerdo el zumo de tu piel

la locura del grito precediendo el silencio,

la gota rezumando en la clepsidra

y el haberte hallado,

completamente muerta.

Quiero libar tu materia inerte

el laberinto de caracol inanimado

sentir desprender los huesos de tu carne

y poseerte fría, yerta.

Apetecible las frutas inasibles

en la tierra del árbol prohibido, desprendida

el bruto encelado ojo del gusano, cíclope que

paladea la grieta del silencio.

Al otro lado la viviente arteria, pasión

sacrosanta vendimia del vino negro

quietud infinita del espasmo

luctuosa exquisitez malsana.

Se compensa la lividez de un labio quieto

ausente, ellas en ráfagas lejanas

intocables, fugaces mariposas:

némesis del necrófilo doliente

el amor cerrado de los ojos

práctica fútil de la carne inerte,

pero finalmente mía, postradas

tus alas muertas.

 

 

LA COMETA

 

Qué cola tiene la cometa

cuando implacable al aire

serpentea su rabo de organdí.

Estrecho laberinto quiero

noche cerrada en tus entrañas

caricia meridiana de tu cuerpo:

abofeteo tu montaña umbría

promontorio concluyente

y paladeo del astro prohibido

de tu rubicunda herida.

Dicha pervertida de albañal,

te galopo en la noche de cometas

y estrujo tus ijares

agitándome sobre tu cola de organdí.

 

 

EL RUEDO DE ORGANDÍ

 

En la canícula del tiempo pródigo

una rubicunda hembra en ardentía:

una paruma pavorosa apretaba su cintura

y la carne rezumaba el salitre de la tarde.

Había una mixtura de sombras y vapores

el crisol reposaba en volutas de blanduras,

en pliegues,

la entrepierna arcaduz de aromas

las caderas, lascivia perfumada.

Resbaladizas gotas vertían su manantial sin cauce,

el deseo inesperado del polen contenido,

desbarrancaban,

la arcilla de los muslos

sobre un llameante espigal erecto.

 

 

PUERTAS, HENDIJAS Y CERROJOS

HABITANTE IDO

 

A veces merodean

irreconocibles voces

tocan puertas y mascullan a la sombra,

buscan perfumes de ausentes párvulos,

tocan obsesos los tablones

los tambores retumban en vacíos cuartos.

¿Quién golpea con premura el maderamen mío?

¿Quién golpea con la mano y la antorcha?

¿Vienen por rescoldos crepitantes de ceniza todavía?

Tras la puerta un amor inescrutable en vilo

implacable estatua fundida de peso contenido

invisible, temblorosa de silencio

reconoce al visitante.

 

 

EXTRAVÍO URBANO

 

El tiempo navega entre ramajes,

reman estatuas de corteza

aferrado bastión perenne, al suelo la raíz.

Tatuado en mi brazo las bellotas, recuerdo

después de la noche soberana magia

la bruma entre pináculos erguidos,

era ladera excelsa de semillas.

Hay una crisis del metal y la hoguera:

el viento susurra con acentos

frondosos los copos caen

y los robles blanden su lujuria verde

apoteosis de tierra hundida en la cañada

letras, grafías, tallos y linajes.

Si escribiera con la rama en el corazón

¡Oh mala letra!, arabesco

Hojarasca estival, tinta verde y yerta

fúndete conmigo, imaginémonos…

Entre rescoldos y cenizas

el árbol arde en flores,

una mirla enjuta de capa negra

juega al ojo naranja con los grises

en el tedio del humo nube, habitan

los robles del extravío urbano.

 

 

LA VIDRIERA EMBRUMADA

EL AURA DEL GÉNESIS

 

Misterio pluvial de adánico pasado

la esfera llameante que cayó del cielo

la permanencia de la arcilla y la corteza

la metamorfosis de la bruma y el abismo,

proceso ineludible de la aurora y el ocaso.

Al perseguir la nube con su hilo de cristal

danza el turbión en hojarascas

céfiro del bosque

y constela húmedo en un baldío,

el algoritmo vacuo de la nada.

 

 

FRAGOR DE UN GRITO

 

Inasible instante de memoria

implacable ondula la niebla fría

humedad y luz se besan.

Pasan eventos desconocidos

entre soles trashumantes

fantasmas secretos,

fragoroso trueno de arcilla.

Prófugos de rostros esculpidos

al otro lado del sendero,

rescoldos de yeso y polvo

inmemorable tierra blanca

criba el tiempo de diamante,

por el cuello de clepsidra cuarzos

areniscas

el pedernal de la memoria.

Amé contornos de voces habitadas

voy ciego trastabillando tras siluetas,

ambiguas musas, yertas emociones

sonido del recuerdo inquebrantable

en un derredor magnánimo

eco de gritos.

 

 

GUIRNALDAS DE LA SOMBRA

EPITAFIO CREADOR

 

Hay un agua que inunda el pecho

preguntan por ti las olas

el hado del alma bulle

y el ave que vuela,

se vuelve nube.

La gota minúscula del día,

lo simple

lo anodino y bello,

el manantial

raudal de tina que espejea,

el sentimiento

la palabra habita entre la bruma.

¿Dónde blande el día su imagen?

en las casas y los puentes

en una calle de despojos,

las puertas del viaducto,

hay liberación de humo

y exhuma el creador

sus restos.

 

 

LEYENDAS DE ÓRFICO CANTO

MESTIZAJE DEL TEXTO

 

Somos la paráfrasis de muchas cosas

intérpretes pregoneros de mil relatos

siempre inéditos cada día, 

los versos se reiventan.

Perviven si permanente mutas

sabiduría omnisciente de palabras

encriptada bruma de canoros versos

en “alegorías de la caverna” habito.

El verso medianero es contraste de sombras

enceguece al ojo la rutilante imagen

mansamente la luz se acuna en la retina

y vuela el manto de los ojos desvariados.

Cuando te sueño te toco,

lógica caricia de lo intangible

ambigüedad de luz ensombrecida.

 

 

Fantasmas de Hojalata. Medellín. Sin Editorial. 2020. Págs. 39, 50, 53, 54, 58, 67, 68, 84, 85, 111.

 

(Fuente: La Mecánica Celeste)

 

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