UN NIÑO ESCRIBE...
En España es pecado mortal, pero en muchas democracias, si no todas,hacer encuestas es frecuente. El pecado aquí consiste en opinar, que viene a significar optar por algo, un delito cuando no se sustituye por adular o halagar, dar motivo de satisfacción por lo que otro hace. Pero pienso, muy en serio y no es broma, si no será que en España nos pasamos la vida opinando, o sea, haciendo encuestas permanentes. Franco convence, o es convencido, de que salga a un balcón o visite un lugar. La encuesta multitudinaria le es siempre favorable. Miles, y decenas de miles, opinan y aplauden. ¿Quién obliga a dar esa opinión de halago y vocerío a quien posiblemente preferiría quedarse en casa en pijama, si puede, o si no en calzoncillos más modestos? Somos un país de encuesta permanente, y me pregunto qué ocurriría si algún divertido gerifalte la transformara un día en una pregunta: “¿Prefieres dictadura donde no ocurre nunca nada y tienes garantizada castidad, santidad, simpleza, despreocupación y un plato de garbanzos o libertad de obligarte a pensar quién te gobierna permitiendo que tu hijo vea culos y tetas mientras obedeces a un sindicato y tu hija vive besos horizontales negándose a fregarte platos y cuestionándote todos los días?”
Antonio Santos Barranca. Diario nocturno en un país feo. Letrame Ed. 2024
(Fuente: Voces del extremo)
El nadador parece un juguete eléctrico
dirigido por una mano alejada de la bahía.
Su placer es mecánico.
Ella tiene las manos frías
y se las calienta en el pecho, bajo el brazo.
Siente el corazón.
No sé si el latido es automático
o lo produce el contacto.
Se le enciende una luz roja en los ojos
como un pequeño foco:
recorrido horizontal de luciérnaga
que se ilumina a sí misma,
que dice, estoy «aquí», «aquí», «aquí».
¿Es previsible el placer?
Bishop dijo que el placer era mecánico
y que la caída del amor hacia la tierra
era inevitable.
Hay una extensión líquida de tiempo,
clara, turbia, tibia
en constante transformación.
Hay cortinas, vaho, huellas,
sedimentos más delgados cada vez,
y lo elevado, lo que flota en el aire,
lo que aletea y nada
entre el fondo y la superficie.
Eli Tolaretxipi
Edgar
Trea Poesía
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
(Fuente: Daniel Freidemberg)
Pasé una vez por una ciudad muy populosa, grabando en mi
cerebro, para uso futuro, sus espectáculos, su arquitectura, sus
costumbres y sus tradiciones; y, sin embargo, ahora, de toda esa ciudad, recuerdo solamente a
una mujer que por casualidad conocí allá, que me detuvo con su
amor por mí; todos los días y todas las noches estuvimos juntos; de todo lo
demás ya me olvidé hace tiempo; y digo que recuerdo sólo a esa mujer que con tanta pasión se
aferró a mí; otra vez deambulamos, nos amamos, nos separamos otra vez; ella otra vez me toma de la mano y no me puedo ir. La veo junto a mí, con labios silenciosos, triste y trémula.