domingo, 29 de diciembre de 2019

Leopoldo María Panero (España, 1948 - 2014)


El beso de buenas noches


I

Padre, me voy:
voy a jugar en la muerte,
padre me voy.
Dile adiós a mi madre,
y apaga la luz de mi cuarto:
padre, me voy.
Dile a aquel niño que allá ríe,
no sé de qué, si de la vida,
mi nombre, sólo mi nombre.
Pon mis juguetes en buen orden
oso con oso, pon al perro
con el pájaro, en cuanto al pato
déjalo solo, al pato:
padre, me voy: voy a jugar con la muerte.
Había una llama, sí, en mis ojos,
porque velaron tantas noches
y no logró nadie cerrarlos
sino yo; perdona, padre, que no hubiera
nadie, sino yo: me voy,
me voy solo a jugar con la muerte.



II

Padre, estoy muerto, ya, y qué oscuro
es todo esto:
no hay luna aquí, no hay sol ni tierras,
padre, estoy muerto.
Somos los muertos como enfermos
y el cementerio el hospital
para jugar aquí a los médicos
sábana blanca y bisturí
y tantas tumbas como lechos
para soñar: y son tan blancos esos huesos
padre tan blancos: como soñar.
Dicen los otros, los más muertos
los que ya llevan tiempo y tiempo
aquí vengándose de Dios
que vendrá el Diablo, el buen Diablo
que vendrá el Diablo con más flores
de las que nadie pueda traer.
Padre, estoy muerto, no estoy solo
padre, estoy muerto, tengo amigos
con quien jugar.



III

Madre, esos besos que en la tumba
aún me das
son despertar, son nuevo frío;
estuve vivo, ya lo supe
ahora
déjame olvidar.



IV

Padre, estoy muerto, y es la tumba
una cuna mucho mejor
padre, no hay nadie, ya estoy solo
padre, si alguna vez de nuevo
vuelvo a vosotros, padre, si otra
vez yo vivo, no sé con qué voy a soñar.



(Fuente: El hombre aproximativo)

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