viernes, 20 de diciembre de 2019

Friedrich Hölderlin (Alemania)

Hiperion, o el eremita en Grecia



"¿No envejece el hombre, no se marchita, no es como una hoja caída que no vuelve a encontrar su árbol y que es arrastrada por los vientos hasta que la arena la entierra?
¡Y, sin embargo, su primavera vuelve!
¡No lloréis cuando lo más perfecto se marchita! ¡Pronto se rejuvenecerá! ¡No os entristezcáis cuando calla la melodía de vuestro corazón! ¡Pronto vuelve a encontrar una mano que la hace brotar de nuevo!
Y yo, ¿cómo era?, ¿no era como una lira rota? Aún sonaba un poco, pero eran sones mortuorios. ¡Había cantado mi sombrío canto del cisne! Con gusto me hubiera trenzado una corona fúnebre, pero sólo tenía flores de invierno.
Y ahora, ¿dónde estaba el silencio mortal, la noche y el vacío de mi vida, la mezquindad de ser mortal?
Sin duda, la vida es pobre y solitaria. Vivimos aquí abajo como el diamante en la sombra. Preguntamos en vano cómo hemos venido aquí para volver a encontrar el camino que nos lleva hacia arriba.
Somos como el fuego que duerme en la rama seca o en el pedernal, y luchamos e intentamos encontrar en todo momento el fin de nuestra estrecha prisión. Pero acaban llegando los momentos de liberación que compensan siglos de lucha, momentos en que lo divino sale de su celda, en que la llama se desprende de la madera y se eleva victoriosa sobre las cenizas, en que nos parece que el espíritu libre, olvidadas las penas y la servidumbre, vuelve en triunfo a las galerías del sol."





(Fuente: La Ciudad de los Inmortales)

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