viernes, 12 de febrero de 2016
Robert Desnos
La voz
Tan parecida a la flor y a la corriente de aire
al curso de agua a las sombras pasajeras
a la sonrisa entrevista en esa memorable medianoche
tan parecida a todo a la felicidad y a la tristeza
es la medianoche pasada que yergue su torso desnudo
sobre los campanarios y los álamos
llamo a los que se han perdido en los campos
a los viejos cadáveres los jóvenes robles cortados
a los jirones de tela que se pudren sobre la tierra
y la ropa puesta a secar cerca de las granjas
llamo a los tornados y a los huracanes
a las tempestades los tifones los ciclones
las marejadas
los temblores de tierra
llamo al humo de los volcanes y de los cigarrillos
los anillos de humo de los cigarros de lujo
llamo a los amores y a los enamorados
llamo a los vivos y a los muertos
llamo a los sepultureros llamo a los asesinos
llamo a los verdugos llamo a los pilotos a los albañiles
y a los arquitectos
a los asesinos
llamo a la carne
llamo a la que amo
llamo a la que amo
llamo a la que amo
la medianoche triunfante despliega sus alas de raso
y se posa sobre mi cama
los campanarios y los álamos se pliegan a mi deseo
éstos se desmoronan aquellos se derrumban
los que se perdieron en el campo encuentran
su camino al encontrarme
los viejos cadáveres resucitan al oír mi voz
los jóvenes robles cortados reverdecen
los jirones de tela que se pudren en la tierra y sobre la tierra
restallan a mi voz como el estandarte de la revuelta
la ropa puesta a secar cerca de las granjas
viste mujeres adorables que no adoro
que vienen a mí obedecen mi voz y me adoran
los tornados giran en mi boca
los huracanes enrojecen acaso mis labios
las tempestades rugen a mis pies
los tifones acaso me despeinan
recibo los besos ebrios de los ciclones
las marejadas vienen a morir a mis pies
los temblores de tierra no me conmueven pero hacen
que todo se hunda a mi orden
el humo de los volcanes me viste con sus vapores
y el de los cigarrillos me perfuma
y los anillos de humo de los cigarros me coronan
los amores y el amor tan largamente perseguidos
se refugian en mí
los enamorados escuchan mi voz
los vivos y los muertos se someten y me saludan
los primeros con frialdad y los segundos familiarmente
los sepultureros abandonan las tumbas apenas cavadas
y declaran que sólo yo puedo encargar sus trabajos
los asesinos me saludan
los verdugos invocan la revolución
invocan mi voz invocan mi nombre los pilotos
se dejan guiar por mis ojos
los albañiles se marean escuchándome
los asesinos me bendicen
la carne palpita a mi llamado
la que amo no me escucha
la que amo no me oye
la que amo no me responde.
(Trad. Rodolfo Alonso)
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