Dos poemas chinos
Escribiendo un poema
Escribo este poema con una delgada varilla de junco;
la tinta, al deslizarse, produce un ruido ensordecedor.
La clarividencia otorga deslumbramiento
y un pequeño dedal de malaquita
crece hasta contener el Río Amarillo.
En la pared de mi cuarto
está la vieja pintura de una rosa bermellón;
ese inofensivo objeto neutro e indoloro
me aturde con el insoportable perfume de miles de flores.
Todo eso has producido en el corazón de quien espera.
Hwang Tsi Lie. Dinastía Chou.
El estancamiento
Cabello, Manantial del Este:
¡cuán grande tu error!
Antes que dejarte conducir
por la Pandilla de los Cuatro Retrógrados,
habría sido preferible tu retiro y tu poesía.
Siete Malas Cabezas intoxicaron la tuya.
¿Dónde está la industrialización?
¿Dónde la tecnificación de los campos?
¿Por qué tus ejércitos medran con armas primitivas,
inermes frente a los Dos Imperialismos?
De los papeles que se han recuperado del camarada Feng, muerto durante la Revolución Cultural.
Alberto Laiseca (Rosario, 1941), Poemas chinos, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1987.
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