*Los ojos al suelo*
No puede ser que uno
cante hasta el cansancio,
y ni siquiera
los pájaros lo imiten.
Tantos versos
para inventar tragedias,
y no hay un griego
que los copie.
Tanta gloria en el camino,
y ni pies o cabeza
para ponérsela.
No es de extrañar,
entonces,
que si de días como estos
nos despertamos,
nos de por decirle
adiós a la soberbia,
a las ganas de heredar
toda la tierra.
Armando Romero
(Amanece aquella oscuridad)
(Amanece aquella oscuridad)
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