sábado, 28 de noviembre de 2020

Mía Gallegos (San José, Costa Rica 1953)

 

 

El ojo de la aguja 


Al amor llegué con un grito de seda

y puse las dos mejillas,

el cuerpo y la conciencia.



Nada quedó de mí,

ni siquiera una carta,

ni siquiera un espejo en donde reconocerme.

Mas aprendí a pasar

por el ojo de la aguja,

es decir a perdonar sinceramente.

A dejar la piel en el alambre,

a dolerme desde los pies

a la cabeza.



Lo perdí todo.

Y cuando entendí que no sabía defenderme de la gente,

respondí con una bofetada de ternura,

porque yo sé

que sólo los dulces heredarán la tierra.

 

 

 

(Fuente: La parada poética)


 


 

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