Por una tierra baldía cojeando levemente...
Por una tierra baldía cojeando levemente
Con andares desiguales y apacibles,
Ella avanza, adelantando un poco
A su rápida amiga y a su joven hermano.
Le impulsa la encogida libertad
De su defecto alentador,
Y parece que una clara sospecha
Quisiera detenerse en sus andares:
Que este tiempo primaveral
Es para nosotros el antepasado
De la bóveda mortuoria; y que esto recomienza eternamente.
Hay mujeres que son de la familia de la húmeda tierra;
Cada paso es un llanto sonoro.
Es su vocación estar junto a los muertos,
Ser siempre las primeras en saludar a los resucitados.
Pedirles caricias es un crimen,
Y separarse de ellas, insufrible.
Hoy ángel y mañana: gusano sepulcral,
Y pasado mañana: un contorno tan sólo.
Lo que fueron andares, ya será inaccesible.
La flor es inmortal. El cielo indivisible.
Y el futuro… tan sólo una promesa.
Voronezh, 4 de mayo de 1937
incluido en Poesía acmeísta rusa (Visor Libros, Madrid, 2013, ed. de Diana Myers, trad, de Amaya Lacasa y Rafael Ruiz de la Cuesta).
(Fuente: Asamblea de palabras)
No hay comentarios:
Publicar un comentario